¡Cotorro, cotorro! La próxima vez que escuches a un loro hablar, recuerda que fue saqueado de su hábitat natural, y que el gusto de los mexicanos por mantener enjaulado a este psitácido para enseñarle a repetir unas cuantas palabras, podría borrarlo del planeta.
El loro nuca amarilla (Amazona auropalliata) se encuentra en peligro crítico de extinción, ya que su población se ha reducido en más de un 90 por ciento, según la más reciente clasificación de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), por lo que organizaciones ambientales de México, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa Rica iniciaron una campaña para salvarlo de la extinción.
La mayor amenaza que enfrenta el loro de nuca amarilla, y que está acabando con las poblaciones silvestres, es el saqueo ilegal para el mercado de mascotas. En México no se ha permitido la captura del loro de nuca amarilla para el comercio de mascotas desde 1982, y en el 2008 se prohibió la captura de cualquier especie de psitácido en México. Sin embargo, la especie continúa siendo capturada ilegalmente por la creencia de que aprende hablar fácilmente.
“Si la Profepa se dedicara a imponer multas a quienes poseen loros silvestres de forma ilegal obtendrían un presupuesto 10 veces mayor al que manejan y el tráfico de vida silvestre se acabaría en 10 años”, dijo Juan Carlos Cantú, director de programas de Defenders of Wildlife de México.
En el país, el loro de nuca amarilla se encuentra clasificado como en peligro de extinción en la Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT-2010. Se distribuye en la frontera sur de Oaxaca por la franja costera del Pacífico en Chiapas, de donde ha sido saqueado por el tráfico ilegal para el comercio de mascotas y afectado por la destrucción de su hábitat.
Hasta el 79por ciento de su área de distribución original ha desaparecido y se le encuentra en bosques de manglar y bosques tropicales caducifolios en las Reservas de la Biosfera La Encrucijada y La Sepultura en Chiapas.
En México, el Código Penal Federal establece que la sola posesión de una especie silvestre clasificada en alguna categoría de riesgo o que esté vedada o enlistada en algún tratado internacional del cual México sea parte, es un delito federal con severas sanciones económicas y penas de hasta 12 años de cárcel.
No obstante, el aviturismo de psitácidos es una actividad en crecimiento en nuestro país y en el 2019 se realizó en nueve estados con la participación de más de 86 mil avituristas que dejaron una derrama económica de más de 336 millones de pesos.
“Es increíble que el aviturismo con psitácidos deja una derrama económica 153 veces mayor que la captura y, sin embargo, el saqueo no se detiene. Las personas necesitan aprender a relacionarse con los loros en vida libre y no en una jaula de forma ilegal” dijo María Elena Sánchez, presidenta de Teyeliz A.C.
Las organizaciones destacaron que la única forma de salvar a esta especie de la extinción es que las personas dejen de comprar loros ilegales, porque mientras exista una demanda existirá una oferta por parte de los traficantes. “Es necesario que las personas se unan a la nueva tendencia en México de salir a observar loros en vida libre y así apoyar las comunidades rurales que a su vez protegen a las especies y su hábitat”.
La campaña de comunicación en la que participan 13 organizaciones ambientales desde México hasta Costa Rica pretende atacar el consumo ilegal de loros de nuca amarilla. Esta es la primera campaña internacional cuyo objetivo es reducir la demanda de una especie en peligro crítico de extinción.
La Organización de las Naciones Unidas y la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies de Fauna y Flora Silvestres (CITES) han emitido resoluciones para que todos los países parte realicen campañas de reducción de la demanda de especies silvestres afectadas por el tráfico ilegal.
LP