Los jales, un problema de salud en tiempos de covid-19

Estos vertederos metalúrgicos que datan de cientos de años atrás, conviven con la ciudad generando contaminación y problemas de salud en la ciudadanía

Jales ubicados frente a CEUNI en Mineral de la Reforma. (Elizabeth Hernández)
Elizabeth Hernández
Pachuca /

Si de algo están orgullosos las y los pachuqueños es de su historia minera, de las memorias que encierra cada comunidad en la que se dio el florecimiento de la industria hace 500 años; pero lo que pocos saben es que, en la actualidad, la minería dejó un legado poco benéfico para la salud de la población.

En la Bella Airosa hay jales que ocupan un volumen aproximado de nueve mil 650 millones de metros cúbicos, distribuidos en un área aproximada de 400 hectáreas y “están situados en una capa de suelo, el cual no tuvo un tratamiento previo al depósito”, de acuerdo a la información de la Evaluación Química de Residuos Mineros de Mineralización de Tipo Epitermal, publicado en la Revista Geológica de América Central en 2009.


Los jales son montículos de tierra que están distribuidos en la ciudad, en los que “duermen” vertederos metalúrgicos de cientos de años atrás, que se componen, de acuerdo a estudios realizados por el doctor Juan Hernández, de “75 por ciento de óxido de silicio (SiO2), además cuarzo, magnesio, plomo y cobre, entre otros (elementos) en menores cantidades. De igual manera, contienen 51 gramos de plata y 0.1 gramos de oro por tonelada”. Al momento que el viento hace contacto, el aire se contamina y es lo que se respira día a día en la ciudad.


Alianza Hidalguense Ambiental

“Soy una ciudadana y me estoy viendo afectada por la mala calidad del aire; sobre todo en estos momentos de covid-19 necesitamos que nuestro aire esté bien y que nuestro sistema respira¬torio esté al cien por ciento.

“He investigado sobre la contaminación en nuestra ciudad y me llamó la atención que los niveles de contaminación por la noche se elevan, a pesar de que está el programa Hoy No Circula, como parte de la estrategia para contener la movilidad y evitar mayores contagios de coronavirus; pero resulta que son los jales también los que están provocando esta situación”, comentó Pamela Álvarez Tovar, una ciudadana preocupada por la calidad del aire, quien forma parte de Greenpeace, y quien se unió a otras organizaciones y habitantes de la Bella Airosa para conformar la Alianza Hidalguense Ambiental.

La también ambientalista indicó que el aire de esta ciudad es afectado por otro tipo de contaminantes más dañinos que el Dióxido de Carbono, como los metales pesados que se encuentran en los jales, por lo que ha solicitado a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales de Hidalgo (Semarnath) “que haga una demostración de cómo funciona la plataforma digital por la que cada municipio registra sus acciones en favor del medio ambiente y cómo se hacen las mediciones de las emisiones que genera cada Ayuntamiento, porque no la conocemos a detalle”, detalló.


Objeto de investigación

Pamela, como muchos otros ciudadanos y ciudadanas, se ha dado a la tarea de saber más sobre estos montículos de tierra contaminantes, que han sido tema de investigación de especialistas hidalguenses como Francisco Patiño Cardona, quien es creador del Centro de Investigaciones en Materiales y Metalurgia,de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH).

Patiño Cardona ha luchado por evitar que se limpien los jales con la finalidad de que se realicen proyectos habitacionales, para lo que se pretende el traslado y remoción de 100 millones de toneladas de jales mineros para construir las obras.

Los jales han despertado la ambición de los empresarios, tenemos alrededor dos mil hectáreas de superficie y están envueltos por la mancha urbana de la ciudad.

“Se imaginan cuando limpien de esta basura metalúrgica a Epazoyucan, el problema ambiental que van a generar. Estos terrenos van a tener elevada plusvalía y será el negocio de la gran empresa que quiere llevar veneno y contaminar su aire, flora y fauna, así como mantos acuíferos. Sería una barbaridad”, expuso.


¿Qué se respira en Pachuca?

Eduardo Cerecedo Sáenz, doctor en ciencias de los materiales e investigador de la UAEH, ha declarado que “el mayor riesgo de los jales es por el alto contenido de sílice, el cual puede provocar silicosis, enfermedad ocasionada por el depósito de polvo del metal en los pulmones.

El cuarzo se presenta en un tamaño microscópico (34 micras) y tiene la propiedad de cristalizarse en forma hexagonal con punta. A causa de su tamaño y forma puede ser fácilmente inhalado y ocasionar incrustaciones en la membrana que recubre las paredes de la cavidad torácica y los pulmones, llamada pleura. Otros elementos que representan riesgos para la salud son el arsénico, el cianuro y el cadmio”, señaló.

En esta línea, el investigador explicó que históricamente se sabe que existe una relación entre los jales y la aparición de silicosis en los mineros; por lo tanto, la convivencia diaria con el polvo de los vertederos “puede promover enfermedades respiratorias para los habitantes de la ciudad, especialmente en los grupos vulnerables”, indicó.

Dentro de la Zona Metropolitana de Pachuca existen tres lugares que resultan afectados por la acumulación de esos desechos que son las presas de jales en Venta Prieta y El Venado, en la zona sur de la ciudad; así como Dos Carlos, en Mineral de la Reforma; y en el Estadio Hidalgo y la colonia Puerta de Hierro, asentados sobre vertederos en la zona céntrica de Pachuca.

El Dato.

Zimapán se une a la lista

Del Distrito Minero Real del Monte y Pachuca se extrajo el 16 por ciento de la plata nacional y el 6 por ciento de la plata mundial hasta finales del siglo XX, dejando a cambio: 120 millones de toneladas de jales. Los registros señalan que miles de mineros enfermos de silicosis murieron lenta y dolorosamente sufriendo una incesante tos que les hizo escupir sus pulmones a pedazos.

Del Distrito Minero de Zimapán se han extraído millones de toneladas de plomo, zinc y plata, dejando a cambio: 20 millones de metros cúbicos de jales que han contaminado el aire, el suelo y especialmente los mantos acuíferos de la zona, a tal grado que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), Zimapán, después de Bangladesh, es el sitio que más rebasa los límites de concentración de arsénico en el agua a nivel mundial.