Urbanización termina con barrancas, ríos y vocación agrícola en Tlaxcalancingo

Parcelas separadas por edificios, desarrollos inmobiliarios y tiraderos de escombros, conforman el rostro actual de Tlaxcalancingo.

Cipriana Cuautle recuerda que hace 40 años, cuando llegó a vivir a Tlaxcalancingo, el afluente del río llevaba agua limpia, tenía peces y todos en la
Elena Domínguez
Puebla /

Parcelas separadas por edificios, desarrollos inmobiliarios y tiraderos de escombros, conforman el rostro actual de Tlaxcalancingo, junta auxiliar de San Andrés Cholula que pasó de ser tierra fértil para cultivar en decenas de hectáreas, a suelo con mayor plusvalía debido a la expansión de la urbanización en un área considerada residencial y exclusiva.

Cipriana Cuautle recuerda que hace 40 años, cuando llegó a vivir a Tlaxcalancingo, el afluente del río llevaba agua limpia, tenía peces y todos en la comunidad se dedicaban a la siembra, sobre todo de maíz y frijol; no obstante ahora, ante extensión de la mancha urbana, apenas sobreviven unas parcelas donde se cosecha nopal.

Desde que llegó a Tlaxcalancingo se dedicó con sus abuelos a la siembra, porque existían las condiciones para producir en grandes cantidades, pero en la última década, se redujo considerablemente el área cultivable y la mayoría de las personas que se dedicaban al campo vendieron sus terrenos o trabajan un “pedazo” de tierra para el autoconsumo.

La señora resaltó que en el polígono que va desde Ciudad Judicial hasta Lomas de Angelópolis, una buena parte pertenecía a “gente rica”, que con la modernización de Tlaxcalancingo prefirió vender sus propiedades en lugar de conservarlas para la agricultura.

En un recorrido realizado por Milenio Puebla, se pudo observar que las parcelas se encuentran separadas entre sí, algunas por la construcción de cimientos para desarrollos inmobiliarios, otros por empresas y algunos quedaron en el olvido, por tanto fueron usados como tiraderos de escombros y basura, sobre todo los que se encuentran cercanos a barrancas que desembocan en el río Atoyac.

El aumento en la plusvalía los obliga a vender

Mientras realizan tareas de recolección de nopal, trabajadores del campo relataron que apenas llevan cuatro años cultivando esa tierra, pero en ese periodo avanzó la urbanización y redujo el espacio en el que se sembraba.

El encargado del ejido, quien pidió el anonimato para no poner en riesgo su empleo, explicó que las ganancias por trabajar la tierra son menores a lo que las autoridades les solicitan por el cobro del predial, por lo que los dueños prefieren vender sus propiedades antes que perder ganancias, por ello, se redujo con mayor facilidad el terreno para cultivar.

“Conforme avanza la urbanización a uno lo fuerzan a vender, no es que uno quiera, porque toda esta parte ya cuesta más. El precio del terreno ha subido mucho, el catastro les cobra más y aquí en el campo no se gana tanto como para solventar y pagar por el uso de terrenos”, dijo uno de los tres hombres que cortaban nopal.

Ante la falta de lugares para llevar a cabo la siembra, tanto el encargado como sus compañeros se dedican a otras actividades, como albañilería y herrería. En las tardes, para obtener un ingreso extra, realizan la recolección de nopal.

Con la expansión de la mancha urbana, los trabajadores que se dedican a la agricultura en Tlaxcalancingo consideran que en el mediano plazo las tierras serán vendidas en su totalidad y el suelo ya sólo tendrá concreto.


ARP