En los últimos 20 años los océanos del mundo han mostrado cambios significativos en su color, probablemente como consecuencia de la incesante actividad humana que ha dominado y explotado a los ecosistemas naturales durante años.
Expertos del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y el Centro Nacional de Oceanografía del Reino Unido, con apoyo de la NASA, publicaron esta semana en la revista Nature, los resultados de una investigación acerca de estos cambios de color que se han producido en 56 por ciento de las aguas oceánicas analizadas y que podrían evidenciar una transformación de los ecosistemas bajo la superficie, ya que el color del océano es un reflejo de los organismos y materiales que viven en él.
¿Por qué el color del agua pasó del azul al verde?
Los cambios más notables se han producido en los océanos tropicales cercanos al ecuador, en donde su color se ha vuelto cada vez más verde. Esto indica la presencia de ecosistemas vivos y de fitoplancton, microbios similares a plantas que abundan en la parte superior de las aguas y que contienen clorofila, pigmento que ayuda al plancton a recolectar luz solar que utiliza para obtener dióxido de carbono de la atmósfera y posteriormente convertirlo en azúcares.
Debido a esta capacidad de capturar el dióxido de carbono, sumado a que es la base de la cadena alimenticia marina, los científicos se han mostrado interesados en monitorear al fitoplancton para ver, a través de los cambios en la clorofila, cómo es que estas comunidades esenciales responden al cambio climático.
Sin embargo, de acuerdo con un artículo publicado por Stephanie Henson, coautora del estudio actual mostró que el rastreo de clorofila necesita de al menos 30 años de monitoreo continuo para detectar cualquier tendencia ya que la clorofila varía enormemente de un año a otro, por lo que se requeriría de varias décadas de estudio para poder concluir que el color de los océanos es una consecuencia del cambio climático.
Por otra parte, en un estudio realizado en 2019 por su colega Stephanie Dutkiewicz, científica investigadora principal del Departamento de Ciencias de la Tierra, Atmosféricas y Planetarias del MIT, se mostró que era posible predecir los cambios climáticos por medio de la observación de la clorofila en sólo 20 años de seguimiento, en lugar de los 30 que había señalado Henson.
Por otra parte, Dutkiewicz también señaló que el cambio de color en el océano era un fenómeno “aterrador”.
“Ver que el cambio de color suceda realmente no es sorprendente, sino aterrador. Y estos cambios son consistentes con los cambios inducidos por los humanos en nuestro clima”, comentó la especialista.
Estos son los resultados que dio a conocer el estudio actual
Para el estudio actual, B.B. Cael y su equipo analizaron las mediciones del color del océano tomadas por el espectrorradiómetro de imágenes de resolución moderada (MODIS) a bordo del satélite Aqua, el cual ha monitoreado el color del océano durante los últimos 21 años, tomando medidas en siete longitudes de onda visibles, incluidos los colores que los investigadores usan tradicionalmente para estimar la clorofila.
Estas diferencias de color captadas por el satélite son demasiado sutiles para el ojo humano que percibe gran parte del océano de color azul. El color verde de los océanos, en cambio, puede contener una mezcla de longitudes de onda que van desde el azul hasta el verde e incluso rojo.
Para el estudio actual lo primero que se observó fueron los cambios de los siete colores de una región a otra durante un año, dando como resultado un panorama de las variaciones naturales de la clorofila. Posteriormente se estudiaron estas variaciones anuales durante un período de dos décadas, lo cuál arrojó una clara tendencia por encima de la variabilidad normal.
Para determinar si esta tendencia esta relacionada con el cambio climático se tomaron en cuenta las aportaciones de Dutkiewicz, cuyo modelo de investigación simuló los océanos de la Tierra en dos escenarios: uno con la adición de gases de efecto invernadero y el otro sin él.
El primero predijo que debería aparecer una tendencia significativa dentro de 20 años y que ésta debería causar cambios en aproximadamente 50 por ciento de la superficie de los océanos, una cifra muy similar a la que Cael encontró en su análisis de datos satelitales del mundo real.
“Los datos ahora presentados brindan evidencias adicionales de cómo las actividades humanas están afectando a la vida en la Tierra en una gran extensión espacial. Es otra forma en que los humanos están afectando a la biosfera", comentó B.B. Cael, especialista del Centro Nacional de Oceanografía en Southampton, Reino Unido. “Esto sugiere que las tendencias que observamos no son una variación aleatoria en el sistema de la Tierra. Esto es consistente con el cambio climático antropogénico”, concluyó.
GYPR