El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, afirmó que "la humanidad lleva a cabo una guerra incansable y autodestructiva contra la naturaleza" y ha destacado que el bienestar de cerca de 3 mil 200 millones de personas se ha visto afectado "la degradación de la tierra".
"La biodiversidad está en declive, la concentración de gases de efecto invernadero está aumentando y nuestra contaminación puede hallarse en las islas más remotas y los picos más altos. Debemos hacer las paces con la naturaleza", señaló.
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Guterres, que ha destacado que "el terreno puede ser el mayor aliado, pero está sufriendo", ha manifestado que "la degradación de la tierra por el cambio climático y la expansión de la agricultura, las ciudades y la infraestructura socava el bienestar de 3 mil 200 millones de personas".
"Daña la biodiversidad y permite el surgimiento de enfermedades infecciosas, como la COVID-19. Restaurar las tierras degradadas retiraría carbono de la atmósfera y ayudaría a comunidades vulnerables a adaptarse al cambio climático", expresó.
En este sentido, ha argumentado que estos esfuerzos "podrían generar 1,4 billones de dólares extra en producción agrícola cada año". "Lo mejor es que la restauración de tierras es simple, no tiene coste y es accesible a todos", añadió.
"Es una de las vías más democráticas y favorables para los pobres para acelerar el progreso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible", apuntó Guterres, quien ha hecho hincapié en que "una tierra sana debe ser el centro de toda la planificación" de políticas internacionales sobre clima.
Por su parte, la directora general de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Audrey Azoulay, ha apuntado que "La sequía, el cambio climático, la erosión de la biodiversidad, la degradación del suelo, las prácticas agrícolas intensivas y la mala gestión de los recursos hídricos, entre otras cosas, han afectado negativamente a nuestras tierras hasta el punto de ocasionar una crisis mundial de desertificación, que afecta a más de 165 países en todo el mundo".
"Este fenómeno tiene efectos dramáticos en nuestro patrimonio medioambiental común y representa una amenaza importante para la salud de la población, la paz mundial y el desarrollo sostenible", dijo, antes de incidir en que la desertificación y la sequía "contribuyen al colapso de la biodiversidad y favorecen también la aparición de zoonosis, lo que recuerda una vez más que la salud humana y la salud de nuestro medio ambiente están profundamente entrelazadas".
Cambio climático es un gran desafío para la paz
Por ello, ha apostado por "medidas colectivas urgentes" para "preservar el tejido vivo del planeta". "La desertificación y la sequía agravan también la escasez de agua, en un momento en que 2 mil millones de personas siguen sin tener acceso a un agua potable segura, una cifra que podría ascender a 3 mil millones de personas de aquí a 2050", explicó.
"Las comunidades más vulnerables del mundo no pueden satisfacer sus necesidades básicas de agua, lo que las lleva a veces a migrar de unas tierras que se han vuelto áridas y estériles", recordó, con estimaciones que apuntan a 135 millones de personas obligadas a migrar de cara a 2030 a causa de la degradación de las tierras.
"Estas migraciones y privaciones son a su vez una fuente de conflicto e inestabilidad, lo que demuestra que la desertificación supone también un gran desafío para la paz", puntualizó Azoulay a través de un comunicado publicado por la UNESCO en su página web.
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