Elizabeth Meza Cortéz y Héctor David Sosa Pliego son dos médicos originarios de Veracruz, son una pareja de novios que además de compartir su vida personal también comparten su pasión por el trabajo, y hoy son quienes llevan las riendas en la Torre B del Hospital General No. 7 del IMSS en Monclova, bloque que ha sido bautizado como el “Piso de la Esperanza”.
Ahí, se entretejen historias de compromiso, esfuerzo y dedicación como la de estos galenos que han pospuesto sus planes personales para salvar vidas. La pareja de médicos especialistas en terapia intensiva, tienen planes de llegar al matrimonio, y a sus 32 años, están al frente de la batalla contra el covid-19.
Relatan que por azares del destino están en Coahuila, son parte del reclutamiento del Draft Médico de la Ciudad de México y aunque fueron contratados para laborar en el nuevo Hospital General de Acuña, al presentarse los primeros casos de covid-19 en Monclova, ofrecieron su apoyo de forma voluntaria y decidieron trasladarse a dicho municipio.
La pareja llegó en marzo, antes de implementarse el modelo de atención a pacientes que involucró al personal para la continuidad de los servicios en las áreas de aislamiento. Aunque al inicio había inseguridad respecto a cómo operaría todo, al poco tiempo se reorganizaron y conformaron los primeros equipos; ambos fueron elegidos como líderes.
Sosa Pliego, encargado del turno matutino, expuso que al principio la cantidad de pacientes era mayor y aunque reconoce que había tensión, el esmero de los integrantes se impuso al miedo. Vivieron momentos de tristeza, inquietud y alegría.
“El primer paciente dado de alta, nos levantó la moral, fue una luz en el camino, se trataba de un doctor, compañero nuestro, influyó mucho en los ánimos. Ahí nos dimos cuenta de que los pacientes podían salir adelante”, destacó el médico, un boomerang de emociones.
Por su parte, para Elizabeth, la especialista, estar al frente del grupo vespertino significó una oportunidad que el destino le trajo para cumplir una misión, y aunque reconoce que en ocasiones se cansa, el salvar vidas no tiene precio.
“Convives tanto con pacientes, comparten sus historias, conoces sus nombres, a sus familiares y llegas a apreciarlos, eso nos impacta anímicamente”, indicó.
En Monclova en total son cinco equipos covid-19 al cuidado de los pacientes en los diferentes turnos, y Elizabeth confiesa que es inevitable dejar de lado el sentimiento al ver a las personas fallecer.
Sin embargo, “las historias positivas que se tejen en el “Piso de la Esperanza” son más bonitas e importantes que las de miedo”, expresan ambos médicos.
ledz