¿Cuántas veces hemos escuchado que no hay que decir la palabra “cálmate” para tranquilizar a alguien? Si, muchas. Y a pesar de eso, es una de las palabras más utilizadas ante estas situaciones.
Y es que su efecto es el mismo a que si le echaras kilos y kilos de leña al fuego. Pero, ¿por qué pasa eso?, ¿por qué esa palabra trae ese efecto negativo en nosotros?
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El psicólogo Flavio Calvo explica la razón por la cual el sentimiento de enojo, depresión o tristeza se potencia gracias a esas palabras y provoca un efecto contrario al que se desea.
¿Por qué no decir “cálmate”?
El poder de las palabras es increíble y detrás de cada una, viene una connotación. Para empezar, al decir “cálmate” a alguien, se está utilizando el tono imperativo que, al instante, trata de invalidar la emoción que siente el afectado y que trata de expresar.
"Las emociones existen para ser expresadas, para ser reconocidas y validadas, por lo que, al hacer el intento de frenarla, por obligación, va producir que brote aún con más fuerza. Asimismo, esa persona, con seguridad no está feliz de sentir esa emoción, no eligió sentirse así, y por más que se lo digas no va a poder dejar de experimentar esa emoción de un segundo a otro", mencionó.
¿Qué hay detrás del “cálmate”?
Al experimentar todas estas emociones que impactan de manera negativa a la persona, lo que se desea o se necesita es que se sientan validadas. Sin embargo, las “otras” personas nunca están preparadas para recibirlas, ni acompañar esos sentimientos.
Detrás del “cálmate”, existe miedo. Miedo a no saber qué hacer ni cómo reaccionar con la emoción del otro.
"Da más miedo no saber cómo se 'debería' reaccionar, que el enojo o tristeza en sí mismo. Consciente o inconscientemente se prefiere que el otro calle su emoción para quedar libre de tener que hacer algo con ella"
¿Qué sí podemos / debemos hacer?
Si lo que se desea es acompañar al sujeto en cuestión cuando se encuentra experimentando esta avalancha de emociones, se pueden utilizar frases más efectivas y que tendrán un mayor impacto positivo como:
- “Te escucho”
- “Cuéntame lo que te pasa”
- “Te acompaño”
También conocidas como “frases abrepuertas”, que ayudan a que la persona pueda expresar y no guardar sus emociones. Por otro lado, el silencio es importante, así lo dice el psicólogo Calvo: "Simplemente es necesario dejar que el otro se exprese, hacerse a un lado, no hablar, no mediar una palabra, es otra manera de permitir que eso que lleva dentro pueda ser expresado sin límites".
DAG