Las emociones son sin duda alguna uno de los aspectos que como seres humanos siempre han costado a la sociedad poder equilibrar o mantener bajo control, esto está muy claro para Martín Reynoso, psicólogo que además habla de las emociones digitales, derivadas del uso de redes sociales, ante esto da como primer ejemplo el siguiente:
"Mechi se siente molesta, realmente molesta. Subió una historia en su Instagram luego de la clase de entrenamiento en el parque, con todo el equipo de running, la ha decorado (¿se dice así en lenguaje digital?) con corazones, bíceps que delatan esfuerzo y la motivadora frase: just do it, en obvia alusión al leiv motiv de la reconocida marca deportiva.
Pero ninguno, ninguno de los 15 compañeros y compañeras que entrenaron con ella, ha republicado su storie. Ella siempre hace eso con las publicaciones de ellos. ¿Qué pasó entonces? ¿No les gusta cómo salen en la imagen? ¿Debería haber enviado la foto al grupo para que aprobaran todos primero? Se siente fastidiada, y por qué no, algo traicionada".
Martín explica que como ya se sabe, el ser humano, hoy, es un ser digital, lo que quiere decir que gran parte de nuestras vidas está en el mundo digital, el internet, las redes sociales, por ello es normal hasta cierto punto que estos espacios y las interacciones que tenemos aquí afecten las emociones de igual forma que lo haría un contacto cara a cara, él lo explica como:
"Todos los sentidos, especialmente la vista y el oído (la música tiene un lugar clave en la génesis de las emociones) guían esa zambullida nuestra. La existencia de videos y reels también tienen un lugar de predominancia en la actualidad. Lo que nos muestran, lo que vemos y escuchamos, modela nuestro pensamiento y nuestra emocionalidad".
Sin embargo también hay que reconocer que tratar de extraer las redes sociales o el internet en general de la vida de las personas es algo prácticamente imposible en el mundo globalizado que vivimos hoy en día y esto podría sonar a que son malas, contrario a esto, el psicólogo advierte:
"No debemos demonizar las redes sociales. No es nuestra intención caer sobre esta realidad virtual ya instalada en nuestras vidas. Pero sí es necesario aprender a reconocer, discernir y gestionar adecuadamente aquello que consumimos y que impacta en nosotros".
Al contrario, propone una práctica que podría sonar sencilla pero que es poderosa, consiste en observar nuestra conducta en redes e identificar cómo nos afectan, para de esta manera poder comenzar a actuar de manera diferente e identificar qué:
"Algo me produce mucho deseo (lujuria, atracción, avaricia, etc), o rechazo (fastidio, incertidumbre, temor, etc), puedo regular el tiempo y la forma de navegación, puedo detenerme, respirar y hacer consciente lo que me pasa en el cuerpo y en la mente".
CGU