Estudio revela que celulares estarían relacionados con la mayor muerte de insectos

La creciente exposición del medio ambiente a la radiación electromagnética tiene "probablemente una influencia en el mundo de los insectos", estima este análisis.

Teléfonos móviles podrían influir en mortalidad de los insectos, según un estudio. (Pixabay)
AFP
Ciudad de México /

La radiación de los teléfonos móviles podría ser una de las causas, junto con el uso de plaguicidas y la deforestación, de la mortalidad de los insectos en Europa, según el análisis de más de un centenar de estudios realizados por una ONG alemana.

La creciente exposición del medio ambiente a la radiación electromagnética tiene "probablemente una influencia en el mundo de los insectos", estima este análisis, publicado el jueves, de los datos de 190 estudios realizados por la Asociación Alemana para la Conservación de la Naturaleza (NABU) en colaboración con dos oenegés alemana y luxemburguesa.

Este análisis se produce en un momento en que Europa se prepara para la próxima llegada de la tecnología 5G, que debe ofrecer una velocidad 100 veces más rápida que la de las redes 4G existentes y suscita numerosas advertencias, en particular de los ecologistas.

Según estas ONG, alrededor del 60 por ciento de los estudios muestran efectos negativos sobre las abejas, las avispas y las moscas.

Estos efectos adversos van desde la pérdida de la capacidad de orientación debido a los campos magnéticos hasta el deterioro del material genético y de las larvas.

La radiación de los teléfonos móviles y de las redes inalámbricas como la wifi provocaría la apertura de los canales de calcio de las células de los insectos, dando lugar a una importante introducción de iones de calcio en el organismo.

Este calcio, a altas dosis, desencadena reacciones en cadena en los insectos y un "estrés celular", según el estudio.

Entre estas reacciones figurarían "una alteración del sentido de la orientación y una disminución de la capacidad de reproducción".

La biomasa de los artrópodos ha disminuido 67 por ciento en diez años en las praderas y 41por ciento en los bosques europeos, según un estudio alemán publicado en octubre de 2019 en la revista Nature.


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