Los movimientos que se originan desde lo más profundo de la Tierra tienen diversos efectos sobre la superficie, uno de ellos puede ser visible en las costas de un territorio, en donde el mar puede llegar a quedar más ‘cerca’ o ‘lejos’ de la playa. Un caso reciente ocurrió el primero de enero en Japón, después de que se registró un sismo de magnitud 7.6 en el país.
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Los datos de GPS e interferometría (un método de medición que aplica el fenómeno de interferencia de las ondas) señalaron que la tierra se desplazó alrededor de 3 metros después del sismo, lo que se vio reflejado en el noroeste de la península de Noto.
Lo ocurrido quedó captado en imágenes en las que se aprecia el antes y el después de la costa, misma que parece haberle ganado terreno al mar.
Para entender qué fue lo que pasó, MILENIO consultó al geólogo Alejandro S. Méndez, quien explicó que la clave está en la forma en que se origina un movimiento telúrico.
“Imagina dos cajas de cartón pegadas, entonces, si una de las cajas se va para abajo, se cae, se desliza con respecto a la otra, eso normalmente se llama una falla normal, cae un bloque con respecto a otro, pero hay otro tipo: cuando una de las fallas en vez de caer, sube”, señala.
A este movimiento se le llama falla inversa, además de estos casos existe otro tipo de desplazamiento que se da lateralmente y que recibe el nombre de falla transcurrente. Normalmente todos los sismos se forman a partir de estos tres mecanismos.
“Lo que pasó en Japón fue que un bloque se elevó con respecto al otro, es decir, actuó una falla inversa”, aclaró.
Esta subida del terreno es rápida, ya que se da en menos de un minuto; una vez que el bloque cambió de lugar ya no regresa a su estado original.
“Si estas cerca de la costa, se empieza a desplazar de tal forma que por ejemplo, si tienes una casa o un hotel a lado de la playa, para tu punto de vista, verías que el mar se 'regresa', como si se alejara de ti”, añade el geólogo.
Sin embargo, no solo es un asunto de percepción. De acuerdo con la información de informetría y GPS, interpretada por el geólogo, todo apunta a que una zona de la península de Noto se ‘movió’ tres metros hacia el mar.
“Imaginemos que hay una taza en la playa, las imágenes satelitales nos dicen que esa taza no solo se movió tres metros hacia el mar, sino que también se elevó, se subió tantito. Por eso, toda esta zona, varios cientos de kilómetros se elevaron y se movieron hacia un lado, por la falla que empuja hacia arriba”, detalló.
Dado que la Tierra se elevó, en el caso de Japón, el mar se ‘alejó’ de la costa, lo que también se podría interpretar como que la playa ganó terreno. Y es que al subir, este bloque se traba, por lo que el estado de la costa permanecerá así hasta que otro sismo lo baje o lo suba otra vez.
Este fenómeno es más común de lo que parece, en México hay varios ejemplos, por ejemplo, en Oaxaca y Jalisco.
“Ahí la gente reporta que después de grandes sismos, el mar se ‘acercó’ y se perdió costa o por el contrario: el mar se aleja, entonces la costa ya no está a 50 metros, la tienes a 60 m”, reitera.
Además, hay otros puntos del mundo en que también ha ocurrido algo similar.
De acuerdo con la Red Sismológica Nacional de la Universidad de Costa Rica, en 1991 ocurrió un sismo de 7.6 en la costa Caribe que fue bautizado como el Terremoto de Limón.
Cuando este sacudió la Tierra, al instante pareció que el agua de las costas se retiraban mar adentro. Fue así que nunca volvieron a su sitio original, dejando así el fondo marino expuesto.
"El agua no volvió a cubrir el fondo expuesto porque tal exposición no se debió al retiro de las aguas sino al levantamiento, a lo largo de una falla inversa, del bloque rocoso costero. Algo de gran importancia y trascendencia es que el territorio costarricense seguirá creciendo en la Costa Caribe a consecuencia de los terremotos generados por las fallas inversas de la zona", señala la universidad.
LHM