Luego de padecer covid-19 el año pasado, enfermedad que fue superada sin complicaciones, la señora Dulce Aldaraca, originaria del Pueblo Mágico de Atlixco, y su esposo, se manifestaron contentos tras recibir la aplicación de la primera dosis de la vacuna contra el SARS-CoV-2.
En este caso se les inoculó con el biótico de la farmacéutica Pfizer:
“Pues sí, un poco más tranquila”, manifestó la mujer tras cumplir el proceso de observación establecido.
Sin embargo, aclaró que a pesar de que se siente contenta por la vacunación, dejó en claro que no puede confiarse “ni cantar victoria” de evitar volver a contagiarse del coronavirus, ya que eso lo podrá hacer tras recibir la segunda dosis del biótico:
“Vamos a festejar hasta que nos pongan la segunda dosis”, precisó.
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Respecto al proceso en el Complejo Médico Gonzalo Río Arronte, destacó la atención y el buen trato que recibieron. También resaltó lo fluido del proceso y la cordialidad con que fue recibida por el cuerpo médico y los voluntarios:
“Excelente servicio, nos mostraron la jeringa, que era nueva, la dosis y el proceso de que la cargaron”.
Tras cubrir los treinta minutos establecidos de observación posterior a la inoculación, la pareja abandonó el recinto hospitalario:
“Llegamos desayunados y acompañados de mi hermana. Ahora vamos a esperar que no se presente ninguna reacción”, se despidió la poblana, quien fue una de las primeras vacunadas en este municipio.
Por su parte, María de los Ángeles Aponte Lozano, quien desde hace 8 meses está en tratamiento por cáncer, lamentó que en el Centro de Salud Urbano, localizado en el centro de Atlixco, se presentara un retraso.
Aclaró que arribó a las siete de la mañana y le dieron preferencia en la atención:
“Estuve dos horas parada y ya me había cansado. Tardaron en iniciar, después de las nueve”. Tras reportar que ningún efecto le causó el biótico, informó que durante 4 meses, de octubre a enero, le dejaron de brindar el tratamiento en las unidades del IMSS.
“No había medicamentos y los teníamos que comprar. También las quimioterapias, las tuve que pagar. De cada una fueron 24 mil pesos”.
En tanto, Víctor Aguilar Jiménez, adulto mayor de 71 años, quien padece de diabetes y problemas de la vista, reportó que demoró en acudir a la inoculación porque falleció un hijo en un accidente y eso le deprimió, “ya que tardó más de 16 días en llegar el cuerpo”. Apuntó que en su caso ha sido difícil vivir la pandemia porque el confinamiento le ha impedido laborar, “pero hay que aguantarnos”.
Por último, don Arnulfo Herrera, un hombre que por diabetes perdió ambas piernas y tiene que ser dializado, contó que se saltó el proceso que le atañía “porque no tenía quién me trajera y hasta llegó la persona que me ayuda. Vivo solo”
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