Ángel García, de 80 años, se vacunó contra el covid-19 porque aspira a vivir más. No tiene miedo a la pandemia y dice que si Dios le da permiso vivirá hasta que él lo disponga.
Su hija Maribel y su yerno lo acompañaron a las instalaciones de la Feria en el segundo día de vacunación a los adultos mayores contra el coronavirus en la capital del estado.
-¿Cómo se siente después de la vacuna?
-Perfectamente bien, me siento a gusto, conforme para ir ya controlando estos nervios de la pandemia y ver hasta dónde Dios me permite.
Ángel sabe exactamente la hora en que llegó al recinto ferial y la hora en que lo vacunaron contra el covid. Arribó al inmueble a las 6:50 horas y a las 8:50 una enfermera le puso la vacuna de Pfizer.
-¿Qué le dijo la enfermera cuando lo vacunó?
-Que si tenía temperatura me diera un baño con agua tibia y si me daba comezón o escozor que no me rascara, eso fue todo.
-¿Pero no ha sentido nada?
-Me siento perfectamente bien.
Ángel, jubilado de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, ha pasado el último año de la pandemia encerrado en su casa, allá en la colonia Javier Rojo Gómez, no sale y se cuida con las medidas que han dictado las autoridades sanitarias.
Cuenta que usa cubrebocas en casa, lentes, se lava las manos constantemente y que en los últimos 12 meses no ha tenido ninguna diversión por la contingencia sanitaria.
-¿Y cómo ve que ya se está vacunando a los adultos mayores?
-Me parece perfectamente bien para que se quite esa psicosis que tenemos de que ya nos vamos a morir, con esto hay tranquilidad.
-¿Usted se siente tranquilo?
-Sí cómo no, aún así que ya tenemos un año con esto y a mí no me ha tocado ese sagrado virus.
-¿Usted cree en Dios?
-Ah claro que sí.
-¿Se encomienda a él?
-Sí, rezo dos veces al día.
Adultos hacen fila de madrugada para vacunarse
A las cinco de la mañana, en el Barrio del Mosco, cerca del Mercado 1 de Mayo, en medio de la oscuridad pinchada de lámparas con luces amarillentas no circulaba ningún colectivo del transporte público, por eso Néstor Escamilla tomó un taxi que lo llevó a las instalaciones de la Feria y le cobró 60 pesos.
El hombre bajito, ojos pequeños y pelo blanco cubierto por una gorra descendió del taxi de madrugada y se formó para recibir la vacuna contra el covid-19 en el recinto ferial al sur de la ciudad.
Cuatro horas más tarde, a las 9:40, una enfermera lo inyectó en el brazo izquierdo y Néstor Escamilla, de 76 años, se sintió con más confianza y olvidó el estrés generado por la contingencia sanitaria, los casos, los contagios y las muertes por el virus en el último año.
-¿Cómo la ha pasado en la pandemia?
-No sí está cruel eh.
-¿Por qué?
-Por lo económico, no se puede uno mover, tiene uno que estar encerradito, no es igual, estoy pensionado pero no alcanza, fui chofer.
-¿Y qué ha hecho este tiempo de contingencia?
-He estado en casa nomás ahí, ahora sí que por la familia para cuidarlos, nada más sale uno para lo indispensable para comprar cosas para comer.
-¿No ha salido?
-No.
-¿Usted por qué sí aceptó la vacuna?
-Para más seguridad y eso, por la familia no porque uno ya está grande y todo pero de todos modos no quisiera irse uno por los hijos.
Néstor tiene esposa, tres hijas y nietos. Nely, Anel y Elsa, sus hijas, le pidieron que se cuidara, que no saliera de casa y así lo ha hecho. Se preocupan por su padre. Néstor solo sale de su hogar por lo indispensable: la comida.
-¿Usted no tiene familiares que se hayan contagiado de covid?
-No, nadie, afortunadamente nadie.
-¿Y no tiene miedo del coronavirus?
-No porque entre más miedo tiene uno luego se sugestiona uno, pero no nada de eso.
Vacunarse les da seguridad
José de la Garza Galindo, a sus 64 años aún conserva en su voz un poco del acento del norte, nació en Monterrey, Nuevo León, pero lleva 20 años viviendo en Pachuca.
Él y su esposa acudieron a vacunarse contra el covid-19 a las instalaciones de la Feria, los separó apenas una fila. Llegaron a las seis de la mañana. A José lo vacunaron primero, a las 9:30 horas y enseguida a su mujer.
-¿Cómo se siente después de la vacuna?
-Ah no pues ya me siento más protegido, con más confianza, ojalá y esto sea para bien.
José es alto, el cabello blanco ha ganado terreno en su cabeza, dice que la pandemia es un golpe muy duro para la humanidad, que está afectando a todos mucho y muy feo.
Él y su esposa son comerciantes, en el último año de contingencia sanitaria la han pasado aislados, salen lo menos posible de casa, allá en Parque de Poblamiento.
En la familia de José nadie se ha contagiado de covid-19 desde que inició la pandemia en marzo del 2020 en Pachuca. Solo ha perdido a dos amigos que fallecieron a causa del virus.
-Y ahora que ya se vacunó ¿qué va a hacer?
-Pues cuidarme igual que siempre, como lo he estado haciendo.
-¿Y cómo se ha cuidado?
-No saliendo de casa, cuidándonos lo más que podemos.
-¿Qué le diría a los adultos mayores que aún no se han vacunado contra el covid?
-Que vengan, cuando les toque que vengan a vacunarse, que no se asusten.
Tras la vacuna y luego de 30 minutos en los que no tuvo ninguna reacción Ángel espera a su esposa, mira hacia la fila en la que está sentada, se reunirán en unos instantes.
-¿Y ya se acostumbró a Pachuca?
-Sí, yo me acostumbro a cualquier lado, nada más estando con mi esposa y en donde quiera estoy feliz.