¿La culpa la tienen los padres? Hace unos momentos, te informamos que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró como enfermedad la adicción a los videojuegos, lo que ha traído una discusión sobre por qué estos son o no perjudiciales a la salud.
Hugo Sánchez Castillo, especialista en neurociencias de la conducta de la Facultad de Psicología de la UNAM, aseguró que en la actualidad cualquier sustancia, situación o conducta que interrumpa la vida cotidiana y social de un sujeto que no sepa cuándo parar y que se mantenga mucho tiempo engarzado en la actividad sin querer hacer otra cosa más, se le define como adicción.
El investigador dijo que para que un videojuego tenga éxito necesita de componentes emocionales que despierten el interés de la persona y que la lleven a una sensación que la engarce en una continuidad; por lo que de esta manera podrían llegar a tener un potencial adictivo.
"La consideración de la OMS es válida, pero habría que disertar claramente hacia dónde nos dirigiremos, hay que recordar que el videojuego como tal tiene potenciales, como aquellos que ayudan a mantener la concentración y salud mental. Si el paciente gira su vida en torno al videojuego, entonces hay un problema que atender", afirmó el académico.
El especialista advierte que en el caso de adolescentes y niños que juegan con estos programas, los adultos deben estar al pendiente del rendimiento académico, su vida social y de sus actividades cotidianas; en caso de aislarse y enfocarse únicamente al juego, podría haber un primer indicio de una posible adicción.
¿Qué es lo que sucede cuando jugamos videojuegos?
Sin duda, una de las cosas por las que jugamos videojuego es ese logro de superar un nivel, matar al jefe final o incluso superar una misión. Cada logro en ese entretenimiento genera placer y lleva a buscar más y con mayor intensidad, lo cual se refleja en el tiempo y frecuencia que se dedica a esta actividad, sostuvo Eduardo Calixto, académico de la Facultad de Medicina.
No tener límites en este proceso, aseguró, ha llevado a la aparición de un fenómeno que se llama Romeo y Julieta, en el que entre más se les dice a las personas que no jueguen, liberan mayor cantidad de dopamina. “Es un boomerang desafortunado en el cual nos damos cuenta que los adictos al juego entran en esas dinámicas de hacerlo aun sabiendo que no les conviene o hay un factor negativo”.
Otro aspecto significativo dentro de esta afición extrema es la facilidad que tienen de encontrar el videojuego, ya sea en línea o mediante aplicaciones, esto les da la sensación de tener el poder de adquisición y, al mismo tiempo, la capacidad de inhibir su actividad lúdica en el momento que ellos quieran; pero, la realidad, es que este control poco a poco se empieza a perder, resaltó.
Además, abundó, un factor concomitante y coadyuvante a este proceso, es la baja comunicación de los padres con los hijos, lo cual influye de manera negativa en el inicio y mantenimiento de esta adicción; “si esta conducta empieza a edades tempranas difícilmente se controla y si se comienza a edades posteriores puede ser muy agudo, pero hay mayor facilidad de controlarlo”, apuntó.
bgpa