Nadie está listo para la violencia, mucho menos cuando ya se encuentra en una situación vulnerable. Sin atención oportuna y sin diagnóstico tuvo que salir Karla por su propio pie de la clínica del IMSS de Pachuca.
A veces, los hospitales no son ese espacio en el que sientes un alivio al llegar, a veces se vuelven el lugar que aviva todos los miedos. Karla Sarahy Morales Ortega lo supo este año, cuando acudió a la clínica a consulta y tuvo que invertir salud física y mental por una mala praxis.
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“El día 8 de marzo fui a consulta, ya que estaba embarazada. Ese día me dicen que era un embarazo anembrionario y que me tenían que realizar un legrado ese mismo día; me internaron desde las 8 de la mañana y me pasaron a quirófano hasta las 6 de la tarde”, cuenta la mujer de 34 años.
El tiempo que tuvo que esperar para ser intervenida no fue por falta de personal, por una crisis hospitalaria debido a la atención urgente del covid, o por falta de espacio en quirófano, o al menos nunca fue informada sobre ello, sino que los médicos habían decidido que ese era un buen momento para celebrar el Día de la Mujer con tacos mientras Karla sufría fuertes dolores y angustia en un cuarto contiguo.
Y ese trato solo empeoraría con el tiempo, pues una presunta mala praxis la haría visitar el hospital más veces de las que hubiera deseado. “Mi operación duró dos horas y treinta y tantos minutos, cuando terminó el primer proceso, que fue el legrado, yo me empecé a intoxicar y ellos solo me decían que por qué estaba tan afligida, pero pues todo el proceso yo lo vi, nunca me cubrieron y ellos platicaban de viajes, de covid, platicaban de todo y nunca vi que pusieran la atención adecuada”, y no solo eso, sino que reiteradas veces comentaron entre ellos que tan solo utilizarían bloqueo porque de usar anestesia total, había 70 por ciento de probabilidades de que Karla muriera, pero nadie reparaba en ella, era como un utensilio más de la sala.
Sobrevivir a la atención médica del IMSS Pachuca
Aunque visitó a su médico familiar y se presentó a los ocho días para el retiro de puntos como debía, los doctores decidieron no creer en los dolores que manifestaba tener abajo del ombligo; fue hasta que acudió a consulta con el médico de una farmacia que rectificó su temor: tenía una infección interna.
“A los ocho días tenía que asistir para el retiro de puntos, pero no me los quitaban, mis puntos no presentaban infección, tengo hasta imágenes, y el dolor por dentro era muy fuerte (…) yo siempre sentía mucho ardor y dolor abajo del ombligo, nunca me hicieron caso, ellos dijeron que era algo ilógico, que yo estaba contracturada por cómo estaba, me dieron antidepresivos para que me inyectara y me tomara; tengo familiares en el sector salud que me dijeron que no lo hiciera porque ya estaba tomando medicamentos muy fuertes”.
No era depresión, era infección
El 26 de marzo la herida terminó por explotar, de ella salieron casi seis litros de pus, “no es justo, no es justo que nos atiendan así”, decía Karla en un video que grabó en el momento en que asistió a recibir atención de urgencia.
“Yo llego a urgencias generales y me comenta la doctora que tenía que ingresar (…) por donde pasaba era ir ensuciando el piso, cuando llego me dicen que me quite la ropa, me ponen en la camilla, entran aproximadamente 12 personas, entre ellos la doctora. Yo desnuda en la camilla y me pregunta el médico que estaba al frente que qué había pasado y le dije que lo mismo quisiera saber. Entró un doctor –que ahora sé es el jefe de esa área– tocando parte de mi vientre comentándome ‘ay, señora, es que igual usted está muy gorda, lo que drena es grasa’. Como mujer ya era demasiado denigrante que estuviera desnuda viéndome tanta gente y que tocará mi cuerpo solo para ofenderte, me molestó mucho y le dije ‘que yo sepa no vine a una lipo como para que esté drenando grasa’, y lo único que hizo fue alejarse y el doctor que estaba al frente me dijo ‘no es la forma y le pido una disculpa’.
La violencia obstétrica sigue siendo común en México, aunque muchas mujeres no logran denunciarlo porque a la vez deben pelear por mantener su salud, a este tipo de trato se le define como aquel en el que mujeres embarazadas son violentadas por profesionales de la salud durante la gestación, labor del parto y/o puerperio, la cual considera la humillación, la violación a su privacidad, así como el maltrato físico o verbal, y en muchos de los casos, la negativa a ser siquiera atendidas.
El Dato.Denuncias por violencia obstétrica
Durante el 2021, la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Hidalgo (CDHEH) solo registra una denuncia de violencia obstétrica interpuesta el 22 de abril contra personal adscrito al Hospital Obstétrico de Pachuca bajo el número de expediente CDHEH-VG-0527-21.
“Me llevaron a hacer un ultrasonido, la doctora del ultrasonido me preguntó qué había pasado, le comenté que el dolor era debajo del ombligo y me dijo ‘es que en la orden del estudio dice que es en paredes de la herida, pero no vemos nada’, cuando sube el aparato del ultrasonido me explota literal la herida, la pus sale disparada de la presión que ejercieron manchando a la doctora (…) comentan entre ellas que había algo, que no era en paredes que era en cavidad y que mis órganos estaban muy dilatados y mi vejiga no la identificaban de todas las colecciones de pus”.
Le hicieron una orden para realizarle una tomografía contrastada con el fin de encontrar aquel objeto extraño que vieron en la zona a través del ultrasonido; enviaron a su esposo a comprar un jugo para ella y apenas había salido, cuando otro médico entró para decirle que debían intervenirla inmediatamente sin darle explicaciones de lo que ocurría.
“Yo le comenté del estudio y me decía agresivamente ‘o la operó o el estudio, pero ya no hay tiempo, amor, me firma que no quiere la cirugía, pero usted se va a morir, ya no hay tiempo y le puede explotar un órgano o ese líquido se irá a la sangre’. Accedí por miedo inmediatamente, en la cama me pusieron la sonda, me dio la hoja a firmar, yo firmé con miedo y dolor (…) cuando vuelve a entrar el médico me dice ‘yo ya no la opero, pásenla a la camilla’ y me dejo en la entrada y gritó ‘háblenle al familiar’, cuando entra mi esposo le gritaba ‘por su culpa se va a morir, yo ya no la opero porque usted dice que no es la firma de su esposa y yo no estoy jugando’”.
Entre gritos y reclamos, Karla y su esposo no entendían nada, primero les pedían estudios y después era urgente firmar la hoja de consentimiento sin saber qué ocurría ni recibir un diagnóstico.
A las 11 de la mañana la anestesiaron y Karla no recobró la consciencia hasta las 6 de la tarde, aún hoy no sabe qué fue lo que ocurrió, qué objeto extraño le extrajeron o cuál fue la complicación que la llevó hasta ese punto. “Esas mismas preguntas yo le hice al director hace una semana, que yo como paciente quería saber qué era lo que había pasado, ya que yo después de que me metieron a quirófano ya no supe nada. Su respuesta fue ‘ni yo sé, todo fue un mal proceso’ y le dije que por qué me metieron tan rápido a quirófano si ya llevaba tantos días con todo eso. Jamás supe qué pasó, pero la doctora del ultrasonido me comentó que dentro tenía un objeto extraño en cavidad y no en paredes como ellos decían”.
A pesar de todas las complicaciones, el hospital no aceptó la queja que los familiares de Karla quisieron interponer por la negligencia y malos tratos que recibió. De ahí tocó otras puertas: la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Hidalgo, donde le dijeron que podían ayudarla solamente a enviar su queja a las oficinas nacionales, ya que se trata de un caso federal. Fue hasta este 27 de abril –cincuenta días después de la primera intervención– que llegó finalmente la denuncia al ámbito penal bajo el número de carpeta FED/HGO/PACH/0001059/2021.
“Actualmente mis órganos siguen inflamados, eso hace que me sienta agotada y adolorida, aparte de que todo es muy reciente, la presión arterial me quedo alta como desde la primer curación que me realizaron, tengo mucho temor a que todo el daño de mis órganos a corto o largo plazo se vaya empeorando y dañen aún más mi salud, pero a pesar de que llegué a pensar que mi cuerpo ya no aguantaría más curaciones y pensé rendirme, hoy agradezco y celebro mi vida y quiero ser escuchada, luchar y pedir justicia para que ninguna mujer vuelva a ser denigrada, maltratada y, mucho menos, que por un mal proceso nos pongan en riesgo”, concluyó Karla, quien hoy quiere seguir luchando para poder compartir su vida al lado de su hijo de cuatro años.