Con 95 años de edad, don Maximiliano López, se gana la vida cargando el mandado a la gente que va de compras a los mercados de Tampico. Esa es la forma que logró hacerse de unas monedas para poder comprar su comida todos los días.
A las nueve de la mañana sale de su casa ubicada en la colonia Anáhuac; a veces solo con una taza de café en el estómago. Su andar es lento, se le ve sobre el bulevar perimetral jalando un pesado “diablito” de donde cuelga su chaleco reflejante color naranja, lleva una tara encima hasta llegar a la zona de venta. Ya está cansado, sin embargo dice que toda su vida ha trabajado y si no lo hace se queda sin comer.
“Nada más voy ahí al mercado a ver si me sale una chambita, voy para ayudarles, para que me den 10, 20 pesitos”.
Dice al detenerse para hacer una pausa y descansar; su mirada es triste pues dice que hay mucha gente que le debe dinero desde hace muchos años, no pierde la esperanza de que algún día alguien se acordará de él y le ayudará económicamente.
Don Maximiliano labora desde que era muy joven
Nació el 4 de agosto de 1930. A pesar de su edad, tiene fuerza para empujar el “diablito”, “¿Qué hago? Desde muy joven empecé a trabajar pero se me acabó el trabajo y ahora nada más hago esto, cargo las bolsas de la gente en el mercado, tengo dos años haciendo esto”.
El paso de los años lo refleja su piel desgastada que hace notar las venas por donde corre su sangre, esa que le ha hecho fuerte para vivir su vejez de forma plena.
Su jornada es de seis horas, pero en algunas ocasiones no gana nada “como ayer, ayer no me dieron nada, me vine a casa a las tres de la tarde pero sin ningún centavo; hoy voy a trabajar porque se que ante la adversidad hay que darle duro, no te queda de otra y pues ni modo, así es la vida ”.
El tiempo le ha ofrecido sabiduría a Don Maximiliano
Recuerda que en su tiempo productivo él recorrió muchas ciudades como Monterrey, Laredo, Matamoros, Oaxaca haciendo trabajos de albañilería “ahorita ya no puedo, lo que hago es tratar de sacar algo para comer con este trabajito”.
Su sabiduría le hace decir que lo que hagamos bien nos lo vamos a llevar, y si hicimos un mal con algo tenemos qué pagar; mientras tanto sigue caminando sobre el bulevar bajo la acera arriesgando su vida, buscando el pan de cada día.
JETL