• “¡Agárrense, me quedé sin frenos!”: a siete años del accidente que partió 11 vidas en León

  • Tras el fuerte impacto, vecinos de la zona salieron de sus casas y se toparon con una escena de terror que sigue vigente en la comunidad de León.
León /

¡Agárrense, me quedé sin frenos!, fue el grito de desesperación y terror que hace siete años lanzó José Melesio, el conductor de la Ruta 84, solo unos segundos antes de caer a un barranco junto con su unidad, repleta de gente que regresaba a casa en vísperas de Año Nuevo.

Eran alrededor de las 20:30 horas del sábado 29 de diciembre de 2018 cuando la unidad del transporte público, que circulaba por el bulevar Calcopirita rumbo a la colonia Convive, en León, cayó a un barranco. El hecho dejó 11 personas sin vida, entre ellas José Melesio, el conductor, y 46 lesionados.

Tras el fuerte impacto, vecinos de la zona salieron de sus casas y se toparon con una escena de terror: cuerpos tirados en varias partes, por lo que decidieron ayudar previo a la llegada de las ambulancias. Este 29 de diciembre se cumplen siete años. 

Entre los sobrevivientes, las secuelas siguen presentes como si el accidente apenas se hubiera registrado.

Un barranco sin memoria ni señalización


MILENIO recorrió la zona del accidente y constató que en el lugar únicamente permanecen dos topes y una barrera metálica de contención. No hay cruces, ni reductores de velocidad, ni señalización. El área se encuentra rodeada de vegetación silvestre, una torre de alta tensión y pastizales, algunos de ellos quemados recientemente.

El accidente se llevó los sueños de los usuarios de ese autobús | Especial

Catalina y su hija: una vida truncada a días de nacer

Entre las 11 personas que murieron ese día se encontraba Catalina Velázquez, de 26 años, quien tenía ocho meses de embarazo y, según su hermana Diana Daniela Velázquez, faltaba menos de una semana para que diera a luz a una niña.

“Le faltaba una semana para aliviarse… bueno, poquito menos, porque ya ese día del accidente ya le faltaban, qué será, como unos tres o cuatro días para aliviarse. Era niña, la velamos junto con ella”, comentó.

Diana Daniela indicó que fue a través del esposo de su hermana que se enteraron del accidente, pues él también iba en el camión, pero solo tuvo raspones y lesiones leves.

La hermans de Catalina aún guarda la foto de su hermana | Especial

Recuerda como si fuera ayer el momento en que la familia se enteró del accidente: 

“Esa vez nosotros andábamos fuera y nos marcó su esposo, mi cuñado, que el camión pues se había volteado. Pero nosotros nunca nos imaginamos que a ese nivel. Nosotros dijimos, pues un accidente normal, un raspón, lo normal, pero ya cuando él nos marcó, pues nos dijo que ella ya había fallecido —ella—”.

En ese autobús, Catalina, además de ir con su esposo, también viajaban sus dos hijos pequeños, que en la actualidad tienen 11 y 9 años, quienes sobrevivieron. Tras el accidente, solo presentaron fracturas en mano y pie; luego de ser hospitalizados, fueron dados de alta.

“Uno vive con el dolor”: el duelo que no termina

Diana relató que, con el paso de los años, el recuerdo permanece intacto: 

“Cada año uno la recuerda —a Catalina— como si hubiera sido el primer año. Y así, pero pues aquí en la casa le tenemos su veladora con su foto, vamos al panteón, la visitamos, uno vive con el dolor”, expresó.

Sergio Iván Aspeitia Mendoza, quien viajaba en ese camión tras salir de trabajar, despertó días después en un hospital tras permanecer en coma.

En la zona del accidente, no hay señalamientos | Especial

Estuvo un mes internado, pues sufrió fracturas en la columna y diversas lesiones que hasta hoy le impiden caminar con normalidad y le han dejado serias afectaciones físicas y emocionales.

“Daban muchos diagnósticos sobre mí, que iba a quedar cuadripléjico, como vegetal, pero pues gracias a Dios no, ¿verdad? La pude librar un poquito, bueno… en lo que cabe, porque pues ahora sí tengo muchos problemas, más que nada psicológicos”, responde pensativo.

A lo largo de estos años, las secuelas físicas y emocionales han sido constantes. En distintos momentos, pero al acercarse diciembre y, sobre todo, la fecha del accidente, para Sergio es como una herida que sigue abierta.

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“¿Por qué quedé vivo?”: la herida abierta de Sergio

“No acepto esto, lo que me pasó. Yo sí digo, ¿por qué quedé vivo?, hubiera preferido, pues, mejor morir ese día. Cuando salí del hospital eran dolores que ni se imagina, de verdad dolores que hasta la fecha los sigo recordando y sintiendo también, en especial en los tiempos de frío, como cuando llega la noche”, explica al hablar de las secuelas que sigue viviendo tras ese accidente.

Aspeitia Mendoza recordó que ese día le marcaron a él y a su padre para que fueran a la fábrica de calzado a sacar unos pares que habían quedado pendientes, pero indicó que no debió haber ido en ese camión. Hoy en día pide apoyo psicológico y económico, porque no ha podido salir adelante desde ese accidente.

“La verdad, a mí me cuesta mucho la idea de verme así… porque yo sé que cuando quiero caminar, así como les digo, de aquí a la esquina, pues yo sé que no puedo o necesito ir agarrado, tomado de la mano de alguien para no irme de lado, todo eso”, dice en tono un poco molesto por lo que ahora vive.
“No acepto esto, lo que me pasó. Yo sí digo, ¿por qué quedé vivo?", señala el sobreviviente | Especial

Una madre frente al peor pronóstico

Por su parte, Verónica Mendoza Gómez, madre de Sergio, recordó las horas posteriores al accidente, cuando los médicos le advirtieron sobre la gravedad del estado de su hijo. Aunque sobrevivió, señala que el proceso posterior ha sido complejo y marcado por la falta de atención psicológica especializada.

Recuerda que esa noche recibió una de las peores noticias de su vida:

“Al llegar, mi hermana me encontró y me dice, ‘¿sabes qué?, debes de ser bien fuerte’. Le digo, ‘¿qué pasó, Mari?’, y dijo: ‘Iván no va a pasar la noche’. ¡Imagínate! Para mí fue algo muy fuerte, porque no puedes asimilarlo, que te digan que tu hijo puede morir en cualquier momento, es lo peor”.

Pese a los pronósticos médicos iniciales, Sergio salió adelante sin contar, en un principio, con terapias de rehabilitación, lo que su madre atribuye a su fortaleza emocional y al esfuerzo personal que realizó desde la cama del hospital.

“A pesar de todo esto, es muy fuerte mi hijo, porque cuando el doctor que lo operó me dijo, ‘¿sabes qué?, no va a volver a caminar, probablemente ni se pueda mover’, porque al principio no se movía, nomás movía los ojos, y con el tiempo la fuerza, yo creo el coraje que sentía, lo hizo moverse”, explicó.

El grito que antecedió al horror

Además del proceso posterior al accidente de su hijo, Verónica compartió el testimonio que le fue narrado sobre los momentos previos a la volcadura del camión, cuando el conductor habría advertido a los pasajeros con un grito: “¡Agárrense, me quedé sin frenos!”. Fueron segundos que para las víctimas se convirtieron en una eternidad antes de que se perdiera el control de la unidad, lo que generó pánico y desorden al interior del camión.

Sergio habría estado consciente hasta el último momento.

“Él sí dice que les gritó a todos: ‘¡Agárrense de donde sea, me quedé sin frenos!’, y por el mismo movimiento de la gente, la desesperación, que todos querían, yo creo, salirse, no sé, se desesperó, fue mucho, ganó el peso, que salieron volando”.

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Cuando el apoyo se fue apagando

Otro de los casos es el de Laura Cecilia Jaime, también sobreviviente del accidente, quien continúa con afectaciones físicas que le impiden desempeñar su trabajo con normalidad. Su esposo, Juan Gabriel Amézquita, explicó que, aunque al inicio recibió apoyo, este se fue retirando con el paso del tiempo.

Además de las lesiones internas y en la pierna izquierda, Juan Gabriel señaló que su esposa perdió piezas dentales y arrastra secuelas que le dificultan mantenerse de pie o realizar actividades prolongadas.

“Se le cayeron los dientes; si te das cuenta, pues ahorita tiene problemas en su pierna izquierda, por lo mismo que trae la placa. Y la verdad, ella estaba acostumbrada a trabajar, pero con eso ya no puede. Ella hace la lucha por trabajar, porque siempre ha sido una mujer trabajadora, pero desgraciadamente no sabemos qué hacer”.

Laura Cecilia regresaba de su jornada laboral en el Mercado de la Soledad, donde en ese entonces trabajaba en un local de comida, cuando abordó el camión de la Ruta 84. Desde ese día, su rutina y su capacidad para sostenerse económicamente cambiaron de manera permanente, de acuerdo con el testimonio de su esposo.

Familiares y sobrevivientes coinciden en que, tras la atención inmediata que se brindó después del accidente, los apoyos comenzaron a disminuir, mientras las necesidades médicas, terapéuticas y económicas se mantuvieron vigentes.

Siete años después, la tragedia sigue presente

A siete años del accidente de la Ruta 84, el hecho sigue presente en la memoria de quienes perdieron a un ser querido y en la vida cotidiana de quienes sobrevivieron con secuelas permanentes. Mientras el sitio del percance permanece sin un memorial visible y con cambios mínimos en la infraestructura, las consecuencias del accidente continúan marcando a decenas de familias en León.


  • Christian Ortiz
  • Reportero en Milenio desde 2023. Licenciado en Psicología y originario de León, Guanajuato. Mis temas de interés son: arte, sociales, activismo y política.

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