Desde la tierra del mezcal por antonomasia: Oaxaca, surge Mezcal MUR, que debe su nombre al murciélago, una especia única para nuestro planeta y especialmente para el agave: en cada ciclo de la tierra, miles de murciélagos dejan sus cuevas para buscar el néctar de la flor de agave, el quiote. Así recorren grandes distancias en un viaje que poliniza los campos, esencial para el crecimiento de los cultivos del agave en México.
Todo comienza como un secreto guardado bajo tierra, con la cocción lenta de las piñas en un horno de piedra que crea el perfil ahumado del mezcal. Las piñas se cuecen durante varios días, el olor dulce del agave cocido delata lo que se esconde bajo tierra: el corazón de Mezcal MUR.
Después de la fase de molienda, el bagazo se coloca en tinas de roble que guardan pacientemente la fermentación del agave cocido sin añadir ningún químico, sólo agua, dejando que la fermentación suceda de forma 100% natural como se ha hecho siempre.
El bagazo fermentado se coloca en alambiques de cobre para seguir un proceso de destilación artesanal. El cobre cuida el sabor de MUR durante dos momentos de destilación el mezcal se purifica.
Más allá de la degustación, del placer inmediato en el paladar, el mezcal resguarda símbolos, significados: en él se expresa una sociedad, una cultura y una visión de mundo.
RRR