La historia de México está marcada por varios sucesos que influyeron en los gobiernos actuales. Sin embargo, hay unos hechos históricos que han sido omitidos o que pocas veces se llegan hablar de ellos. Tal es el caso de uno de los momentos significativos del país Azteca, ocurrido el 14 de septiembre de 1847 y que convirtió a la Ciudad de México en la primera capital extranjera en ser ocupada por el ejército estadunidense. Se trata del día que ondeó la bandera de Estados Unidos en Palacio Nacional.
El hecho fue contado en el libro de Recuerdo de la invasión norteamericana (1846-1848) del destacado escritor José María Roa Bárcena, quien a los veinte años fue testigo de la irrupción del ejército estadunidense a la Ciudad de México y que fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.
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También se puede consultar en un curioso documento que lleva el título The history of the raising of the first American flag on the capitol of México (La historia del izamiento de la primera bandera norteamericana en la capital de México). La publicación de 1856 del Senado de los Estados Unidos contiene los testimonios de los militares estadunidenses que participaron en esa ocasión, pero ¿por qué se ondeó la bandera de este país?
Expansionismo de Estados Unidos y un Golpe de Estado en México
Todo comenzó, cuando Estados Unidos deseaba a toda costa expandirse hacia el sur de su territorio, el país ya contaba con Luisiana y Florida, pero ya tenía en la mira anexar a Texas. Aunque el entonces presidente de México (1844), José Joaquín de Herrera trató de negociar con Texas, esta propuesta fue ignorada por la oferta de anexión a Estados Unidos.
Según Josefina Zoraida Vázquez, una de las historiadoras mexicanas más reconocidas, José Joaquín de Herrera se negó a recibir a un enviado especial de Washington, ya que la intención de éste no era restaurar las relaciones que se habían roto con la anexión de Texas, sino hacernos diversas ofertas de compra de territorios.
Al enterarse de que Herrera no recibió al envidado, el presidente de Estados Unidos, James K. Polk ordenó al general Zachary Taylor que ocupara la franja de tierra que Texas reclamaba como propia, entre los ríos Nueces y Bravo. Por su parte, el presidente mexicano puso al frente de un ejército de doce mil hombres a Mariano Paredes y Arrillaga y lo envió a detener el avance de las tropas de Taylor.
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Sin embargo, no contaba que Paredes y Arillaga acusaría al gobierno de negarle recursos, por lo que cuando se encontraba en San Luis Potosí para enfrentar al ejército invasor, Paredes le exigió su renuncia al presidente Herrera, quien negó la solicitud.
Paredes y Arrillaga se dirigió a la Ciudad de México, con todo el ejército. Algo que Herrera no contaba y lo obligó a presentar su renuncia ante las Cámaras. Más tarde, el 2 de enero de 1846, Paredes y Arrillaga hizo su entrada a la capital y nombró una junta que anuló todos los poderes. Este golpe de Estados dejó desprotegido al grupo de mexicanos que intentaba detener a los invasores del ejercito estadunidense.
Mientras que el general Taylor ya construía el fuerte Brown frente a Matamoros, Paredes y Arrillaga prefirió centrarse en enfrentar un movimiento federalista que preparar la defensa del norte, por lo que el 8 y 9 de mayo de 1846 el frente mexicano experimentó las primeras derrotas en Palo Alto y Resaca de la Palma.
El 6 de junio de 1846 el Congreso declaró que existía el estado de guerra y reconoció a Paredes como presidente provisional. Paredes y Arrillaga retrasó su salida con el fin de asegurarse el poder en la Ciudad de México. Después de que abandonara el poder, la nación quedó social y militarmente debilitada.
La llegada del ejército estadunidense
En marzo de 1847, las tropas del general Winfield Scott bombardearon Veracruz. Tras vencer a Antonio López de Santa Anna en Cerro Gordo, todavía en territorio veracruzano, avanzó hacia la capital por el llamado Paso de Cortés.
EL 9 de agosto de 1847 se disparó un cañonazo para alertar a la capital que el ejército de Estados Unidos se acercaba a la capital mexicana. Los soldados mexicanos resistieron a las batallas de Churubusco, Padierna y Molino del Rey, entre agosto y septiembre.
Mural 'Los Niños Héroes' de Gabriel Flores, en el Castillo de Chapultepec.
El 13 septiembre de ese mismo año se libró la batalla de Chapultepec, donde los Niños Héroes entregaron su vida defendiendo a México.
La bandera de Estados Unidos en Palacio Nacional
El 14 de septiembre de 1847, a las siete de la mañana, el ejército norteamericano tomaba oficialmente nuestra capital, haciendo ondear su bandera en Palacio Nacional. Según relató José María Roa Bárcena, ese día los estadunidenses se formaron al centro de la plaza, enfrente de la Catedral, y traían muchas de sus banderas y estandartes. Entre ellos, un pequeño grupo entró a Palacio Nacional.
“Después de entrar al palacio por unos momentos, ansioso de impresionar a la inmensa multitud de mexicanos que observaban el espectáculo desde balcones, ventanas y azoteas de los edificios, con la importancia que tiene la ceremonia, ordené a la columna que se alineara con los oficiales al frente con el propósito de saludar a la orgullosa bandera de nuestro país tan pronto como fuera desplegada en la asta bandera al centro del palacio”, dice uno de los testimonio de los soldados estadunidenses que aparece en The history of the raising of the first American flag on the capitol of México.
“Al mismo tiempo instruí a mi principal edecán, el teniente M Lovell, que colocara la enseña nacional de las barras y las estrellas, y no cualquier insignia de algún regimiento. Mientras se disponían a hacer estos arreglos, vi que la bandera del regimiento de los rifleros era llevada por un oficial que entraba por la puerta principal del palacio, y antes de que pudiera evitarlo, esa bandera por un momento fue agitada desde el balcón del segundo piso del edificio”, añade.
El escritor José María Roa Bárcena contó que fue el capitán Roberts el que izó la bandera de Estados Unidos entre los entusiastas estadunidenses y apuntó que una hora más tarde llegó el general Winfield Scott al Zócalo, quien también fue aclamado y vitoreado por sus soldados.
A pesar de que el Ayuntamiento de la capital hizo llamados a la cordura, José María Roa Bárcena relató que el pueblo indignado siguió disparando contra el enemigo todo el día 14, 15 hasta el 16 de septiembre. En febrero de 1848, México aceptó la pérdida de la mitad de su territorio.
Con información de Laura Ibarra...
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