Han sucedido 33 ediciones del Festival Iberoamericano de Teatro (FIT) de Cádiz, España, y el que corre (el 34) nos sorprende con una noticia que da a esta fiesta un sabor enteramente agridulce: Pepe Bablé, la cabeza que le ha dado sentido y dirección, se despide. Desde el año 1986 este hombre de teatro ejemplar ha acompañado al FIT, primero en un puesto operativo, y un par de años más tarde como su director artístico, logrando que éste se convirtiera en el puerto de desembarco del teatro Latinoamericano en la península ibérica. Centenas de compañías de nuestros países han encontrado en el FIT una catapulta para la internacionalización de su trabajo. Muchas de las agrupaciones consiguen levantar una gira en otros escenarios españoles pero, por el cruce de caminos que el FIT entraña, no pocos han creado corredores de distribución latinoamericana.
Pepe Bablé, actor, director, titiritero de abolengo, ha sido tres décadas el motor y guía de estos desembarcos anuales que nos acercan, ilusoria o concretamente, a la noción de la iberoamericanidad y con su bonhomía se logra respirar unidad. Pepe es de esos personajes imprescindibles a los que el teatro latinoamericano nunca podrá pagar la deuda. El anuncio de su retiro y jubilación nos deja un poco el alma en los huesos, un poco huérfanos, un poco alegres porque ha cumplido su cometido a cabalidad y con profesionalismo, un mucho nostálgicos a priori porque el cariño de Bablé y el empeño por descubrirnos una y otra vez montajes escénicos extraordinarios no se encuentra con facilidad. Las instituciones van a padecer para tener otro director semejante o mejor para el FIT.
Pepe Bablé es una de esas rara avis que, en lugar de servirse de todo y de todos, se desvive por servir. México en esta edición, por primera vez en muchísimos años, no asiste al FIT por la prohibición gubernamental de otorgar billetes de avión a artistas y científicos. Y es triste que en la despedida de Pepe Bablé no haya presencia nuestra para agradecer los más de 30 años de visibilizar el teatro mexicano en Iberoamérica. ¡¡¡Gracias siempre, Pepe Bablé!!!
TRASPUNTE
LARGA TRADICIÓN
La familia Bablé lleva más de dos siglos haciendo también títeres. Eduardo y Pepe Bablé heredaron la tradición de los Títeres de la Tía Norica, cuya historia data desde 1790 y es patrimonio cultural de Cádiz: conocimiento que se ha transmitido de padres a hijos.