Tiene un hermano dedicado a la política, pero él prefirió mantenerse al margen, más allá de que en sus años de juventud se haya interesado por asuntos políticos como un acto de rebeldía. Su pasión está en la poesía y en la filosofía, que están unidas por la palabra, a la que también le ha dedicado buena parte de su vida, en especial como director de Siglo XXI Editores o de la Academia Mexicana de la Lengua (AML), labor que desempeñó hasta febrero del presente año. Es Jaime Labastida Ochoa, quien este 15 de junio celebra 80 años de vida.
¿Qué hace Jaime Labastida cuando no está escribiendo o editando libros?
Igual que todos los seres humanos: como, duermo y bebo, hago el amor, tengo una vida familiar bastante dichosa. Prácticamente como todos los días en casa. Hago de vez en cuando deporte, lo hago… no lo veo, camino mucho, gozo de la música… después de la poesía y las artes plásticas, la música es la actividad artística que más me satisface.
En Berlín, de donde acabo de volver, aproveché los escasos minutos que tuve después del congreso en el que participé y fui a oír a la Filarmónica de Berlín y asistí a un ensayo de Elisa Carrillo. Disfruto mucho de la vida. Me satisface mucho vivir.
¿Qué deporte practica?
Desde hace 50 años el golf, porque es un deporte que se puede hacer a esta edad, no podría jugar ni futbol americano ni baloncesto; el golf, en cambio, es una actividad que puedes desarrollar a cualquier edad.
Lo empecé a jugar con mi padre, incluso guardo un palo de golf de su propiedad, debe tener cuando menos 60 años y también tengo uno de Luis Spota, con quien solía practicarlo mucho.
¿Se siente reconocido en su labor literaria, don Jaime?
Sí. No tanto como uno quisiera, como son reconocidos otros poetas… sé que no soy un poeta de carácter popular, pero he recibido muchos reconocimientos: cuatro doctorados honoris causa, la medalla de Oro de Bellas Artes, el Premio Nacional de Ciencias y Artes, el Xavier Villaurrutia. El mayor reconocimiento es el de ser leído por sus lectores y espero que eso suceda en algún momento.
¿Ahora que llega a los 80 años de edad, qué tanto piensa en la muerte?
Todo el tiempo. Hay que enfrentarla con dignidad, porque no hay manera de zafarse. Tarde que temprano uno deberá morir y he escrito mucho sobre la muerte… me parece que creerse inmortales es la peor de las estupideces.
Si Dios existe, debe ser el ser más aburrido del universo, porque nada le satisface. Lo importante es ver que tiene uno el horizonte de la muerte frente a sí para hacer cosas. Si tuviéramos la eternidad frente a nosotros no haríamos absolutamente nada. No creo que exista la vida después de la muerte. De manera que no siento temor alguno.
¿La filosofía y la poesía son sus pasiones?
Sí, son dos ángulos, dos frutos de la misma raíz, que es la palabra. Tan importante es una como la otra. No me sentiría vivo si no escribiera poesía, no me sentiría un ser pensante si no hiciera filosofía. Son dos actividades fundamentales en mi vida.
Ha dicho que nunca ha recibido una beca, ¿por qué?
Ha preferido vivir honestamente de mi trabajo, bien o mal, pero de lo que mi trabajo me proporciona. Recuerdo que muy jóvenes, en una conversación que teníamos José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis y yo, ya como profesor de la Escuela Nacional Preparatoria, me dijeron que había buscado un camino más permanente, porque ellos vivían de lo que publicaban en algún periódico o revista. La suya era una situación frágil.
¿Tener un hermano político, como Francisco Labastida Ochoa, no ha sido un fantasma en su propio desarrollo literario e intelectual?
Admiro y quiero mucho a mi hermano, que es uno de los políticos más honestos, si no el que más que haya conocido, a quien no se le puede achacar un solo acto de corrupción ni a él ni a nuestra familia. Estamos limpios de toda culpa. No milito en ningún partido, nunca lo he hecho, participé en grupos de estudio, al lado de José Revueltas o de Eduardo Lizalde, pero era algo minúsculo: nos reuníamos para leer El capital. Actividad política, ninguna, incluso me considero más observador o crítico de la política, no alguien que participe en ella.
¿Alguna vez dijo que tenía un hermano incómodo?
Cuando me enteré de que fui propuesto para ser miembro de El Colegio Nacional, algunos integrantes se preguntaron si me iban a incorporar porque mi hermano era el secretario de Gobernación. Ahí me afectó la relación con él, pero no es un obstáculo.
¿Qué está leyendo ?
Hegel, de Charles Taylor.