Actos hostiles del habla

Algunos años llevo ya estudiando la lingüística pragmática para emplearla como herramienta en los procesos de enseñanza de la dramaturgia.

Cómo hacer cosas con las palabras
Jaime Chabaud Magnus
Ciudad de México /

Algunos años llevo ya estudiando la lingüística pragmática para emplearla como herramienta en los procesos de enseñanza de la dramaturgia. Esta rama de la lingüística nació hacia mediados del siglo pasado en la Universidad de Oxford y puso su acento en los hablantes y todas las taras e imperfecciones que ejercen al practicar una lengua. Con lo cual se llegó rápidamente a la conclusión de que la impropiedad del lenguaje, sus tropiezos, infortunios y aberraciones, son una fuente inagotable de significados que no provienen de la literalidad de las palabras sino de las fisuras y accidentes que el uso torpe o apresurado puede producir. Nadie está en todo momento en pleno uso de la gramática ni mucho menos de un vocabulario ilimitado para decir lo que tiene que decir, con las palabras suficientes y potentes, con una logicidad inquebrantable y una progresividad intachable. Las sujeciones del estado de cosas (situación), del sistema de relaciones al que se enfrenta el individuo, así como el estado de ánimo que lo atraviesa pueden hacer más competente o más incompetente —lingüísticamente hablando— al mismo.

La innegable herramienta que John Austin aportó sobre los actos del habla, y cuyo libro paradigmático es Cómo hacer cosas con las palabras (1962), iluminó los procesos que se llevan a cabo cuando hablamos. Y para dramaturgos, directores y actores (para gente de teatro, pues), resulta de toda importancia su estudio. Aquello que para Austin, Habermas y Lakoff son actos infelices del habla, por todo aquello de “poco exitoso” que pueden tener en un sistema de cooperación, para el diálogo teatral prácticamente se constituye en su sustancia. Podríamos decir que “la partícula de Dios” de la interacción entre los personajes de ficción dramática se da en —y entre— esas palabras inconclusas y torpes que suceden en los actos del habla, en particular, en los actos ilocucionario y perlocucionario. En otras palabras: entre la intención de la emisión (genere subtexto o no) y la recepción por otro.

Traspunte

Cosas malas con las palabras

Apasionante lectura ha resultado el artículo “Cómo hacer cosas malas con las palabras…” de Antonio Blanco Salguero de la Universidad Complutense de Madrid que se apasiona por los actos hostiles del habla —esencia del teatro— que habitan entre un 10 y un 20 por ciento de todos los intercambios lingüísticos entre los seres humanos.

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