El olor a madera, los bosques, la libertad, el contacto con la naturaleza, el trabajo en casa, la lectura y la familia, son parte de la vida del rector de la Universidad Autónoma del Estado de México, Alfredo Barrera Baca, quien tiene claro que lo más importante en la vida es tener gente que te quiera.
Dentro de sus grandes pasiones está la música, sobre todo el rock que ha disfrutado en sus distintas facetas, desde la etapa country, sicodélica hasta el pop en el cual se ha refugiado en los últimos años, en los cuales la sigue haciendo de plomero, electricista, cocinero y todo lo que implica llevar y mantener en orden una casa.
Con la tranquilidad que lo caracteriza, platica a MILENIO Estado de México de su niñez, aficiones deportivas, su gusto por la lectura, su preocupación por los valores, la muerte de su padre, su llegada a Toluca, su primer trabajo y de la cotidianidad donde ha ido construyendo su felicidad, como hijo, hermano, padre y ahora abuelo de tres pequeñas a quienes enseña que el amor no está peleado con la disciplina.
¿Qué recuerdos tiene de su niñez?
Fue una niñez con una gran libertad, mi padre tuvo un aserradero, mi abuelo y bisabuelo tuvieron un monte y talaban, se manufacturaba la madera, tablones; ahí crecí mis primeros años.
Me gusta la madera, esos fueron mis años más felices, el ir de la casa al aserradero de la mano de uno de mis hermanos mayores me hacía feliz, me sentía muy fuerte, la figura de mis hermanos trabajando en el aserradero, o yo aún siendo un niño tomando las máquinas que eran muy peligrosas, pero a mí me daban cierta seguridad porque había crecido allí.
En la primaria, en la escuela, fui dedicado, tuve el ejemplo de mis hermanas. Ellas fueron extraordinarias mujeres, hijas, hermanas; crecí en las tardes con ellas, se sentaban en la cocina, estudiaban y yo estaba a su lado. Fui un niño bien portado, me daban mi medalla los lunes de homenaje, eso le daba gran satisfacción a mis hermanos y a mi madre.
¿Cuándo llegó a Toluca?
Soy originario de Zitácuaro, Michoacán, allá hice la primaria, luego migramos a Toluca.
Mis hermanos mayores habían migrado antes a la Ciudad de México, al Politécnico, y mis hermanas a Toluca. El resto de la familia que quedábamos teníamos esa disyuntiva y cuando terminé la primaria mi madre se planteó que continuáramos en el pueblo o en Morelia o Toluca; pero en Morelia no teníamos a nadie. Acá hice la secundaria y todos mis estudios.
¿Sigue haciendo bicicleta de montaña?
Es de las pocas actividades deportivas que practico, la bici de montaña, la empecé a hacer hace años, con mis hijos, hijas y mis hermanos.
Últimamente ya nada más salgo los domingos con mi hermano Jorge, unas dos o tres horas. La zona que más nos agrada es la del volcán, La Puerta, ahí vamos a diferentes rutas. Es una de las actividades que más disfruto. Estamos ahí a las 8 de la mañana en el sitio, pero después de que haces ese recorrido te sientes muy reconfortado, fortalecido anímicamente; un poco cansado, pero muy bien.
De niño siempre me gustó la bicicleta, las grandes emociones que te da el vértigo, la adrenalina, con el viento en la cara, eso es muy agradable.
De adolescente y joven hice mucho deporte, jugué futbol americano, futbol soccer, básquetbol; en la secundaria y preparatoria, ya menos en la Facultad.
El tiempo personal fue cada vez menor, concentrado cada vez más en los estudios y en trabajar, desde muy joven. Me dio por hacer yoga un par de años, lo disfruté mucho pero ya no me da tiempo, quizá lo vuelva a intentar aunque sea un día, como me dicen, con videos por internet.
¿Trabajó por necesidad, gusto o cuestiones profesionales?
Era una necesidad. Provengo de una familia de 10 hermanos, soy el más pequeño, mi padre falleció cuando yo tenía cinco años. Quienes sostuvieron el hogar fueron mis hermanos y hermanas, siempre hubo esta necesidad de hacer frente a gastos importantes, de la escuela; de joven era la necesidad de darte un gusto de comprarte una playera, unos tenis para el deporte y otros menesteres.
Tuvimos nuestras dificultades. En los 10 había mucha variedad, los más dedicados, los más rebeldes, los menos, pero lo que siempre había era la facilidad de platicar, de hacer la sobremesa donde resolvíamos todo, nos organizábamos para salir adelante.
¿Cómo son sus fines de semana?
Como cualquier persona, hay que arreglar la casa, me gusta implicarme, hacer reparaciones menores, eléctricas, hidrosanitarias, no soy malo, tengo mi caja de herramienta.
Me gusta, me entretiene, me reconforta; me implico en la limpieza, el orden, tenemos una persona que nos ayuda dos días a la semana, los demás días lo hacemos Rosario y yo.
En las mañanas le preparo el desayuno, los dos recogemos la casa para que siempre esté en orden. Me hago un sándwich, quesadillas, algo ligero; Rosario es más de alimentos salados, a veces le caliento una tortilla y algo que quedó del día anterior.
Yo soy feliz con una taza de café y un pan, con un panqué de limón o naranja, me matas. Entre semana trato de comer con ella, aunque sea dos o tres veces: estamos solos, todos los hijos ya hicieron su familia.
Los fines de semana disfruto mucho la lectura, me gusta la Filosofía, estoy leyendo a Samuel Ramos “El perfil del hombre y la cultura en México”; de música, ahora más el rock pop como Coldplay, The Killers. Disfruto de los amigos, de mis nietas, me gusta mucho lo que hago, esa es mi cotidianidad y lo hago con cariño y alegría
Soy de las personas que piensa que la existencia no es fácil, para ninguno, nadie tiene la vida resuelta, siempre hay problemas y dificultades, pero lo más importante es tener gente que te quiera, eso hay que cultivarlo, construirlo con tu ejemplo, respeto, honestidad, solidaridad, es de las cosas más valiosas que en verdad te dan felicidad.
LC