Después de 15 años de hacer lo que todo el mundo dice y cumplir con los cánones sociales, desde hace dos años Adriana Lucía se llena el alma pintando. Originaria de Ciudad de México, de padre argentino, madre mexicana y ascendencia rusa, hoy se inspira y plasma cómo ve la vida en grandes murales, lienzos, madera y cuadros.
Inquieta desde niña y autodidacta de adulta, un día dejó a un lado su carrera de biología que cursó en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para dibujar, hacer lo que gusta y ganar dinero con ello.
“Creemos que el talento no da para vivir”
Creemos que no podemos vivir de nuestros talentos, así crecí. De niña pintaba mucho, mi cuarto y paredes estaban llenos de mensajes, miedos, curiosidades y alegrías. Mis cartas y mensajes a mis papás, novios o amigos siempre tenían dibujos, pero nunca los vi como algo espectacular o que pudiera dejarme dinero.
Muchos años trabajé en función del capitalismo, cumpliendo con un horario de trabajo y los sueños de alguien más; lo hacía muy bien y me gustaba. El problema es que no había plenitud, me esforzaba demasiado en el deber ser, en lugar del ser.
Amar la naturaleza ha desarrollado mi sensibilidad y la observación, por años me dediqué a las reforestaciones y el reciclaje de basura tanto en la Secretaría de Economía como en una fábrica de reciclaje, donde todo se convertía en juguetes. Ahí descubrí que la basura no tiene fin porque las personas no atienden su propósito de vida.
- Una mente desorganizada no conecta, fue cuando entendí, dejé todo y reprogramé lo que estaba haciendo. Hoy vivo del arte, tengo mis propios horarios, mis ideas fluyen y me va mucho mejor económicamente.
De bióloga a pintora
Un ser humano primero debe estar bien en lo individual para ser feliz y cambiar la sociedad. Desde ante de estudiar biología siempre hice cosas relacionadas con el entorno -jornadas de forestación, separación de residuos, voluntariado- no puedo ser insensible a lo que pasa alrededor.
Adiós al estrés...
Durante 15 años hice “sport marketing”, eventos deportivos para promocionar una marca o un servicio, lo que ganaba lo gastaba en curar mis enfermedades o cuestiones ajenas a lo que necesitaba. Irónicamente a muchos de mis clientes los conocí ahí.
Cuando estuve en la fábrica de reciclaje en Nezahualcóyotl, conocí a mucha gente de Santa Marta y Pantitlán hacia arriba. Hoy tengo clientes y amigos corredores de Toluca, Zinacantepec y Metepec.
En los últimos dos años he experimentado de todo, al principio hice trabajos sin tener el conocimiento completo. Internet y amigos fueron mis primeros maestros, pero cuando haces lo que te gusta no hay miedos y todo se vuelve un reto porque se puede resolver.
Mi primera exposición fue de manera digital porque así los orilló la pandemia y habla sobre el origen de las cosas porque no tenemos respeto sobre el proceso y quienes intervienen en él. Hoy trabajo sobre lo que las personas me piden, lo que les inspira o motiva, deporte, familia o sus mascotas.
KVS