En la familia de la señora Teresa Mier quieren mucho a José Alberto, quien durante una cena de amigos – donde estaban Américo, Rosa Bertha, María Teresa y Héctor– pidió permiso para tocar suavemente el vientre de Tere y exclamó: “Será niña y tendrá gran carácter”.
Días después, el 21 de septiembre de 1978, nació la niña a quien se nombró Valeria. En la cena se habló de la familia y Alberto Cortez (nombre artístico de José Alberto García Gallo) nos dijo que sus padres, José Martiniano y doña Ana Magdalena, no solo aparecen en las canciones “Mi árbol y yo” y “Camina siempre adelante”, sino que su espíritu y enseñanzas están en todas sus composiciones.
Cuando le dije a mi padre que me iba a echar a volar, que ya tenía mis alas y abandonaba el hogar. Se puso serio y me dijo: A mí me ha pasado igual, también me fui de casa cuando tenía tu edad.
“Camina siempre adelante”
Mi madre y yo lo plantamos en el límite del patio donde termina la casa. Fue mi padre quien lo trajo, yo tendría cinco años y él, él apenas una rama.
“Mi árbol y yo”
Treinta y ocho años después, el 23 de octubre de 2016, Tere y Valeria vieron al amigo Alberto durante su concierto en el Auditorio San Pedro. Nuestro amigo José Alberto García Gallo murió el 4 de abril de 2019.
Miguel Bosé
A Luis Miguel González Bosé lo entrevisté en agosto de 1979 en su primera visita a Monterrey.
Tus padres son dos celebridades: Luis Miguel Dominguín, torero, y tu madre Lucía Bosé, actriz, ¿qué tanto han influido para que decidieras ser artista?
Es un poco la inquietud de los dos; es decir, por vía genética me llega una carga con la cual no me podía quedar quieto desde que nací. Yo tenía demasiada carga artística al nacer como para no hacer una profesión dentro del arte, hubiera sido más raro que hubiera elegido ingeniería o una carrera técnica, o una cosa así. La inquietud, me viene de los dos: de mi padre he sacado el toreo, eso es indudable; todo mundo es un poco torero, pero yo más, especialmente porque encima tengo un padre torero: Luis Miguel González, Dominguín.
Facundo Cabral
“Amigo Rodolfo Enrique (su verdadero nombre)”, le dije con la confianza de ser ésta la tercera entrevista que le hacía. Se me quedó viendo, se sonrió y dijo: “A sus órdenes, Jesús Héctor”.
“Al contrario, estimado amigo, Facundo Cabral”.
Y replicó: “Tenga cuidado, no vaya a decir lo del Loco Valdés, quien me cambió lo de Cabral por lo que usted ya habrá oído”.
Facundo, se acerca el Día del Padre, ¿qué les dice a los que están solos?
Nuestro paso por la tierra es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo. Tenemos la nieve en el invierno y las flores de la primavera, los mares y los ríos, sus montañas, el futbol, Pedro Páramo y el Quijote, los boleros de Manzanero.
Además, no es tan malo vivir solo: gracias a la soledad me conozco, algo fundamental para vivir. No caigas en lo que cayó tu padre, que se siente viejo porque tiene 70 años, olvidando que Moisés dirigía el Éxodo a los 82 años, o Arthur Rubinstein interpretaba al piano a Chopin a los 90 años, por solo citar dos casos.
Esto me lo dijo en el Teatro de la Ciudad, en 2008. Rodolfo Enrique murió el 9 de julio de 2011.
Lo extrañamos mucho.