Almagro /y III

LA CRÍTICA/TEATRO

La ganadora del Barroco Infantil fue para el grupo El Retablo, de Madrid, con su versión Aventuras de Don Quijote, a cargo de Pablo Vergne y con dirección del adaptador y de María José Pont.

En el Festival de Teatro Clásico el grupo yucateco Belacua fue reconocido. (Especial)
Jaime Chabaud Magnus
México /

Feroz, la versión de María José Pasos al cuento de Perrault La caperucita roja, causó entre el público del certamen Barroco Infantil cierta polémica en la edición 41 del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, España. Esta propuesta, del grupo Belacua (dirigida por Ulises Vargas y Nara Pech), de Mérida, Yucatán, ganó una mención honorífica, que es mucho. La versión de Pasos no solo no es condescendiente ni ilustrativa del clásico sino que hunde sus colmillos en el abuso infantil; de ahí la breve polémica. En México estamos muy acostumbrados a dramaturgias para niños retadoras e inteligentes y que resultan, incluso, terroristas para los papás. Nos resta felicitar a Belacua y sentirnos orgullosos por ellos.

La ganadora del Barroco Infantil fue para el grupo El Retablo, de Madrid, con su versión Aventuras de Don Quijote, a cargo de Pablo Vergne y con dirección del adaptador y de María José Pont. Con una realización y manipulación de marionetas espléndido, este montaje recrea algunas de las aventuras del personaje de Cervantes. Para mi gusto, la adaptación satisface pero no suma una postura personal ni audacia. Está muy bien, insisto, pero queda en ese territorio de lo bien hecho sin más.

Apasionante resultó asistir a la puesta en escena de Leonor, una versión libre de Alejandro Pollán a Valor, agravio y mujer, de Ana Caro Mallén, una dramaturga sorprendente del Siglo de Oro, cuyos biógrafos todavía no logran acordar si nació en Granada o en Sevilla, y que vivió de 1590 a 1646. Mi desconocimiento de la autora me lleva a la sorpresa y la admiración absoluta. También protegida, como nuestra Sor Juana Inés de la Cruz, por la condesa de Paredes, esta mujer jugó con las convenciones del teatro de la época desde una óptica claramente feminista y cuestionadora del mundo masculino al invertir roles (no se trata solo de la figura de “la mujer disfrazada de hombre”, tan recurrente en Tirso y Lope). Caro va más allá al poner a una mujer en las batallas por recuperar la honra, y encima sugiere el enamoramiento entre mujeres que nos recuerda los versos de Sor Juana: “Ser mujer, ni estar ausente,/ no es de amarte impedimento;/ pues sabes tú que las almas/ distancia ignoran y sexo”.

Es del hilo delgado de la ambigüedad donde esta versión de Pollán, dirigida por Alfonso López con el grupo Teatro a7, amarra esta línea temática para aventurarse no solo en la sororidad a la que finalmente apuesta la autora, sino a la posibilidad del amor lésbico en retadora propuesta escénica. Y hasta aquí el repaso de este gran Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro.

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