La pasión por la pirotecnia caracteriza a los pobladores de San Mateo Tlalchichilpan, en Almoloya de Juárez. Aquí José Inocencio Fuentes Mondragón tiene su taller, donde da forma con su familia y trabajadores a los castillos monumentales, construcciones de hasta 30 metros de altura que detonan al ritmo de la música.
Dice que para generar los “piromusicales” la Secretaría de la Defensa Nacional le dio un permiso, esto para la manipulación de químicos necesarios.
“Yo soy parte de la tercera generación desde mis abuelitos. Con mi empresa llevo ya más de 20 años”, señala, orgulloso.
El padre de familia dice, sin empacho, que este es su trabajo, digno pero a la vez riesgoso. “Este es mi modo de vida, el sustento de mi familia, de mis trabajadores, pues le doy empleo a diez”.
La herencia de este oficio es directamente de su padre y forma parte de la comunidad de artesanos pirotécnicos de este municipio.
“Aquí es una gran fuente de ingreso porque en la comunidad de San Mateo Tlalchichilpan, 80 por ciento de los habitantes nos dedicamos a la pirotecnia y aquí hasta las amas de casa participan en el enrollado del cartón, que es lo que no corre ningún riesgo”.
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En otro espacio se encuentra Gilberto González de Jesús, un hombre de 31 años de edad que prácticamente dedicó ya la mitad de su vida a este oficio. Toma cartones cargados con pólvora, los enfunda con papel azul, gira, ajusta y asegura con engrudo.
Los “chisperos” son los que se encargan de dar color a los castillos. El número de cargas que ha de colocar es en proporción a la altura de la estructura. En el mismo taller Guillermo Fuentes Zamora rellena con esferas de pólvora y color unos cilindros de cartón. Dice que prácticamente son la cereza del pastel, ya que son los últimos en estallar.
Cuenta que comenzó en esto para ayudar a su familia, pero ahora se cuestiona si realmente es un oficio que quisiera heredar a sus hijos. “Si nuestro trabajo fuera económicamente muy bueno, pues a lo mejor y sí, pero de un tiempo para acá nos quieren satanizar, prohibir la pirotecnia. Hemos estado pensando qué podemos hacer.
A lo lejos Brian se encarga de pintar las estructuras de madera. Con brocha en mano, el adolescente explicó que para hacer las figuras es necesario plasmar un dibujo en el suelo y, con fierros, hacen ajustes para que los palos de madera no se rompan al adoptar la forma.
El mensaje de Inocencio Mondragón es claro: “mientras se maneje adecuadamente, bajo responsabilidad, no tiene ningún riesgo. Siempre han existido personas ajenas a nuestro trabajo que a veces no tienen la capacitación y son los que han originado accidentes”.
LC