Desde hace una década que llegó a México, Ana de los Riscos quiso llevar a escena Yerma, la tragedia de Federico García Lorca sobre una mujer rural cuyo marido le niega el acto creativo de la maternidad.
“Yerma sí es un antes y un después en mi carrera; de verdad es un sueño hecho realidad porque significa dedicarme justo a lo que a una le gusta, con lo que una sueña; es justo no convertirme en Yerma, porque esta Yerma es un hijo para mí”, comparte en entrevista con MILENIO la protagonista del montaje del francés Jean Guy Lecat que se presenta en el Foro Lucerna miércoles y jueves hasta el 12 de diciembre.
La actriz de series como La zona, Sr. Ávila y El señor de los cielos debuta como la protagonista de esta tragedia de García Lorca, aunque en España trabajó en los montajes de Yerma de Juan Carlos Corazza.
Reivindica la pieza en tres actos como obra atemporal, que “da voz a las mujeres en temas profundos”.
“Yerma es una mujer con una sensibilidad, una entrega, una pasión y un amor por la vida como creadora; es una mujer con mucha creatividad, que es lo que la hace estar tan entregada a querer ser madre. Yerma es una fuerza tremenda, con un poder de decisión impresionante, que ve en la naturaleza la creación. Ella está muy vinculada a la naturaleza, cada vez que habla de ella utiliza símbolos muy elegantes, muy bonitos. Y quiere ser parte de esa naturaleza creadora, como mujer, como animal”, dice.
La producción de la segunda de las tres tragedias rurales del poeta y dramaturgo granadino (Bodas de sangre, 1933; Yerma, 1934; y La casa de Bernarda Alba, 1936) se estrenó el pasado 23 de octubre, a 90 años de la premier mundial en el Teatro Español de Madrid con Margarita Xirgu en el rol protagónico.
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Sergio Bonilla interpreta a Juan, el marido de Yerma, en el montaje producido por Artes Hartas Producciones y En Llamas Producciones, y completan el elenco Camila Selser, Iván Carbajal, Cecilia Tamayo, Karla Bourde, Assira Abbate, Paulina Soto y Elizabeth Guindi.
De los Riscos, productora igual de Yerma, celebra que la puesta en escena de Lecat no busca una época o un lugar específico para dar esa idea de actualidad y universalidad, apoyado por la escenografía de Félix Arroyo y vestuario de Giselle Sandiel, pareja multipremiada en la edición los Metro 2024.
“No se precisa la época o el lugar. Hay un vestuario básico, con colores auténticos, muy de la tierra; solamente se sabe que los personajes son mujeres de campo, lo que es muy importante en esta obra. El diseño de escenografía es un espacio vacío, no hay nada de artificio, para que lo que se lea y se viva sea el texto; que nada vaya en contra de la verdad que estamos intentando crear en escena.
“Es una producción tan sencilla. Estamos rodeadas de cortinas, de telares, de colores muy rústicos, andamos descalzas, con actuaciones muy auténticas porque el foco justo es ir hacia la autenticidad. Eso es lo que estamos creando. Es un texto difícil, pero hermoso y rico. Y cuando una se distrae, justo hay que ir al texto, necesitamos ir al texto”, apunta la actriz responsable de encarnar toda esa riqueza visual.
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¿Es entonces una producción de Yerma muy yerma?
Ja, ja, ja. Sí, así es.
En la actualidad, se cuestiona a la maternidad. ¿Cómo asumen en este montaje esa postura?
Aún hoy una de las primeras preguntas que se le hacen a una mujer es: ¿Tienes hijos? Es una pregunta muy actual, no es ni bueno ni malo. (La maternidad) como animales que somos, es muy normal. Quizás ahora haya menos presión social que antes, pero ahora las mujeres decidimos ser madres o no. Y, si no somos madres, podemos poner la energía en otras cosas, esa energía creadora.
“Si no somos madres, podemos crear proyectos. Es la misma energía, la energía creadora, la fuente de la vida. Y puedes hacer muchas cosas con la energía creadora. La mujer puede estar dedicada a otras cosas. En el entorno rural de Yerma si no eras madre, no eras nada. Lo dice ella muy claramente en el texto: ‘La mujer del campo que no da hijos es inútil como un manojo de espinos. Y hasta mala’, dice. Por eso se siente encerrada en su casa como en una tumba, porque no tiene vida por falta de hijos”.
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¿Qué le aportas como actriz a Yerma? ¿Cuál es tu sello?
Estoy aprendiendo tantítismo de ella. Es mutuo. Yo le entrego a ella todo lo que sé, esas palabras, esas emociones, esos sentimientos de los que ella habla. Lo más hermoso de la actuación es que una misma va eliminando cosas que no sirven para crear al personaje. ¿Qué sé yo de la maternidad para regalárselo a Yerma? ¿Qué sé yo de la frustración para regalárselo? Todas esas emociones que se me van generando en la vida, se las regalo. Yerma es un texto tan rico que sólo el simple hecho de decirlo, mueve mucho dentro de mí, de mi corazón, de mis emociones. Todo eso se lo regalo. Siempre oí de estudiante que cuando uno representa a García Lorca lo único que debe hacer es abrirse en canal, abrir el corazón. Como actriz una debe conocerse a sí misma para poner al personaje lo que sí ayuda a crearlo y a eliminar lo que no. Es un viaje muy hermoso el que estoy viviendo con Yerma.
¿Quién es Juan para Yerma?
Es la posibilidad, el hombre que eligió su papá para que ella procreara. Al principio, Yerma le dice a Juan que quiere que nade en el río, que suba al tejado cuando la lluvia cala; ella quiere que él esté fuerte, que sea el hombre que eligió su padre para que tenga familia. Ella se casó muy contenta, vio esa posibilidad en Juan, pero luego se va dando cuenta que a Juan sólo lo erotiza el trabajo, el campo, más que ella. Yerma quiere ser vista por Juan. Y cuando se da cuenta que las cosas no son como ella quiere, sale a buscar recursos fuera, pero no en otro hombre, sino en aprender de la gente. Busca de qué manera puede poner en la pareja lo que Juan como marido no está poniendo, ella intenta hacerlo sola. Incluso dice: “Yo sé que los hijos nacen del hombre y de la mujer. ¡Ay, si los pudiera tener yo sola!”.
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Y ¿quién es Juan para Ana de los Riscos?
Un gran hombre, muy trabajador, que no entiende a Yerma. Él no ve que Yerma es una poeta, que ve tanta profundidad y significado en todo, Juan no entiende esa parte y le dice: “Muchas veces hablas de una manera que yo no te entiendo”. Me encantaría a mí, como Ana, decirle a Juan: “Mírala, está ahí para ti”. Me encantaría decirle a Juan: “No te equivoques, ella te quiere, ella quiere estar ahí contigo”. Ojalá yo pudiera mediar entre los dos. Juan es eso, un gran tipo, dedicado a la tierra. Yo amo a los hombres que trabajan la tierra, me parece que son muy sabios, porque hace falta mucha sabiduría para entender los campos, los animales, y eso es Juan para Ana, yo veo a juan como un gran hombre.
La cita “¡ay, si los pudiera tener yo sola!” es quizás el eje. .
Pues muchas mujeres ya están teniendo hijos solas. Hay esa elección. A lo mejor Yerma se habría inseminado artificialmente. De hecho hay una versión de Yerma del National Theatre en el que ella busca inseminarse del mismo Juan, pero también termina en tragedia. A Yerma le enseñaron que el hijo tiene que ser dentro del matrimonio, ella no se va a salir de ahí. Quizás hoy habría hecho otra cosa.
¿Hay algo que te disguste de Yerma?
No, no creo. Hay cosas que todavía voy entendiendo. A mí me encanta el teatro vivo, en el que cada día todo es diferente; bueno, no todo, obviamente hay movimientos diferentes porque con el cuerpo se va entendiendo el texto de diferente manera. Me encanta lo que voy descubriendo cada día y tiene más sentido lo que sucede en la obra. No hay nada que me disguste. Amo a García Lorca. Quizás me gustaría entender más el momento en que Yerma mata a Juan, hay mucho de simbología. Me gustaría saber cómo hacerlo mejor, cómo seguir buscando maneras que funcionen mejor. Nunca ella podría matar al marido, hay una entrega de Juan ahí, porque lo mata con sus manos, hay una especie de asesinato, suicidio, que me gustaría poder entender más y hacerlo más claramente, más profundamente.
MGR