“Viajo para encontrarme un poco conmigo misma”: Ana García Bergua

En dos años de encierro, la vida para muchos creadores y creadoras ha sido complicada: Ana García Bergua se considera un tanto claustrofóbica, no le gusta estar encerrada, aun cuando también se define como una mujer muy solitaria.

Antes de la llegada de la pandemia se dedicó a reunir los relatos que integran el volumen Leer en los aviones (Ediciones Era, 2021), con la idea de hacer un libro de viajes, pero donde lo más importante fueran los detalles y los diferentes tipos de transporte que se pueden usar, como reflejo de una sociedad en busca de esa forma de la libertad que se encuentra cuando se está lejos de casa.

“No sé qué tan tratable sea como compañera de viaje, pero por ratos sí me gusta aprovechar el viaje. Hay colegas que viajan para encerrarse a escribir en el hotel, lo que también es válido, porque uno está más cerca de su inconsciente, de sus recuerdos. Hay otros que viajan para hacer relaciones, para enamorarse: quizás es mi edad que viajo más bien para encontrarme un poco conmigo misma y para trabajar”.

Si bien los cuentos los escribió antes de la pandemia, la colaboradora del Suplemento LABERINTO reconoce que establecen cierto diálogo con las necesidades de nuestro tiempo, más allá de que la elección de los temas no tendría por qué responder a un tiempo determinado, sino más bien a las necesidades de cada escritora o escritora.

“Ahora que siento que todos hacemos libros muy planeados, que tienen que ver con la realidad, la violencia, los géneros: tenemos ciertos temas decididos y se piensa en temas que importen, en los que estemos todos metidos como sociedad; aquí quise meterme a un tren, recordando experiencias, pero no tanto con lo que me pasó, sino con ficción encima de esos ambientes que había conocido: siento que, a veces, estamos tan constreñidos por la realidad, por las noticias, por las urgencias, que hasta da culpa pensar en escribir sobre otros temas, aunque a mí me resultó muy liberador”.

Tras los detalles de la vida

Historias de amor clandestino, viajes que terminan separando matrimonios, recorridos cotidianos pero desastrosos, pueblos insólitos, fantasmas viajeros… los relatos de Ana García Bergua resultaron de la necesidad de indagar y más que buscar algo específico, iba viendo con qué se encontraba durante la escritura.

“Las historias hablan mucho de nuestra fragilidad, de estar un poco inermes, siempre. En esto relatos, los personajes siempre están de viaje, en un trayecto de un lugar a otro, algunos están en un hotel, pero nadie está en su casa, en su mundo; de alguna manera eso lo saca de su cotidianidad y los vuelve más frágiles, más débiles, tienen que reaccionar a cosas que no esperan, como nos pasa en esta pandemia”.

Así, en estos cuentos hay parejas que se separan, hijos que cambian su relación con los padres, pero a partir de la perspectiva del viaje, que siempre te transporta, te deja fuera de tu ámbito y “todo lo que suceda en ese trayecto te deja huella de un modo diferente”.

“Los viajes nos marcan más fuertemente que las experiencias cotidianas, porque estamos más atentos a todo lo que sucede, incluso lo más pequeño”, asegura la autora de títulos como Isla de bobos, Rosas negras, La bomba de San José, Fuego 20 o Edificio.

Con Leer en los aviones, Ana García Bergua se propuso indagar en los detalles, voltear la cámara hacia estos puntos muertos donde parece que no pasa nada, porque uno va de un lugar a otro, pero ahí también está la vida, pasan cosas que vale la pena escudriñar e investigar: son momentos aéreos, suspendidos, historias a las que se les pone poca atención, “pero también forman parte de la vida”.

“Hay fantasmas literalmente, porque algunos cuentos sí son de fantasía: era un poco el fantasma de estar un poco en el limbo. Me interesó mucho ver que no fueran cuentos en los que debían pasar cosas decisivas para los personajes, aun cuando al final sí cambian sus vidas”.

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