En el Siglo XII, el español Santo Domingo de Guzmán y el italiano San Francisco de Asís se encontraron en la Archibasílica de San Juan de Letrán, en Roma. Ellos iban a solicitarle al papa una carta que autorizara la institución de sus órdenes: Dominicos y Franciscanos. Ambos sabían que iban a ser los reformadores de la Iglesia en esa centuria.
A esta reunión se le conoce como el “Topetón”, una celebración religiosa que desde el 2016 se retomó en la ciudad de Puebla cada 8 de agosto y con la cual la Iglesia católica recuerda el encuentro fraterno entre estos personajes.
- Te recomendamos Jardín Mágico de Atlixco resguarda 1,500 especies y replica hábitat original Estados
Actualmente ambas congregaciones se reúnen para celebrar esta fiesta, que este 2021 ha tenido que suspenderse por segundo año consecutivo de forma presencial debido a la pandemia. Empero, este año la actividad se realizará de manera virtual para evitar contagios de covid-19.
Cabe recordad que la orden franciscana fue fundada por el ítalo en 1208, y la dominica por el ibérico siete años más tarde.
Con el paso del tiempo, sus seguidores, rememorando esa reunión, empezaron a realizar el encuentro entre ambas órdenes religiosas el día 8 de agosto, día de Santo Domingo, y 4 de octubre, fiesta de San Francisco.
Cuando estas órdenes llegaron a la ciudad de Puebla, en el Siglo XVI, los fieles empezaron esta institución, sobre todo porque los dos templos dedicados a estos santos están unidos por la calle 6 Oriente. Así que se encontraban en el Templo de Santa Clara.
Desde el 2016 esta celebración religiosa se revivió. Fue recuperada debido a que por las Leyes de Reforma y la Guerra Cristera había sido suspendida.
Se han encontrado vestigios, a través de varios escritos, como el de Ramos Arizpe, quien en 1816 escribió un artículo narrando este encuentro.
A esta celebración se le llama “Topetón” porque en el español antiguo la gente decía: “Sabes a quién me topé”, lo que actualmente sería me encontré.
La historia narra que mientras ambos personajes se encontraban en Roma, tuvieron un sueño en donde veían derrumbarse la Basílica Lateranense, pero dos frailes, uno vestido con hábito blanco y el otro de color marrón, se colocaban como pilares para detener el colapso del inmueble de San Giovanni in Laterano.
Al amanecer, cuando iban rumbo a la Santa Sede para la aprobación de sus respectivas órdenes religiosas, fue que se encontraron y reconocieron el sueño de la noche anterior, dando lugar al famoso abrazo que establece la hermandad entre dos cofradías con diferente visión de servicio.
AFM