La autoconstrucción, casi la única alternativa para tener una casa: Sandra Calvo

En el libro Arquitectura sin arquitectos, la artista reflexiona sobre la arquitectura de los paisajes que abundan en las periferias y zonas marginadas.

Vista del barrio periférico Villa Gloria, en Ciudad Bolívar de Bogotá, Colombia. (Cortesía: Arquine)
Ciudad de México /

En el libro Arquitectura sin arquitectos, la artista Sandra Calvo se propone, a partir de una serie de conceptos, entender cómo se resiste desde la autoconstrucción en las periferias y zonas marginadas. El libro —editado por Arquine y lanzado a la venta a finales de abril— es el registro y resultado de una práctica colaborativa que la artista realizó a finales de 2011 con los habitantes del barrio periférico Villa Gloria, en Ciudad Bolívar de Bogotá, Colombia.

En entrevista, Sandra Calvo explica que este proyecto tuvo como objetivo construir un léxico para entender qué es resistir, qué es la ocupación, quién es el invasor en realidad y quién tiene derecho de llamarle invasor a alguien.

“¿Es invasor aquel que muchas veces ocupa una tierra, que muchas veces está en un estado de suelo ocioso que ha sido expulsado de este mercado formal y que al final de esta tierra genera una casa que tiene más una geometría emocional que una mercancía? o ¿aquel que lo expulsa de ese lugar porque de alguna manera va a enajenar? Esas preguntas hay que hacérselas para entender quién tiene derecho para desalojar a alguien”, explica la autora de Arquitectura sin arquitectos.

El título surge a partir de un libro muy famoso en la disciplina de la arquitectura que lleva el mismo nombre en el que se habla de una arquitectura más “enfocada al hazlo por ti mismo de una manera más vernácula”, dice la artista.

En el caso de su obra, se habla de una arquitectura sin arquitectos que no responde a una cuestión de estética bajo los parámetros que conocemos dentro de esta disciplina, sino a la arquitectura de la mayoría de los países de Latinoamérica, “una especie de obra negra permanente” estos “paisajes en escala de grises” que abundan en ciudades como Bogotá, Sao Paulo o Ciudad de México.

“El hecho de que no haya arquitectos no significa que no haya arquitectura. Tomo eso para cuestionar cuál es la arquitectura sin arquitectos de estos paisajes y es esta: la autoconstrucción que no tiene ningún valor desde el punto de vista formal patrimonial, pero en donde justamente se está poniendo en cuestión quiénes construyen nuestras ciudades”.

A partir de esto, Sandra Calvo reflexiona sobre los actores responsables y afirma que no sólo es el Estado, sino también el mercado, pues quienes habitan estos espacios autoconstruidos “son llamados informales, porque de alguna manera toda su vida gira alrededor de esa informalidad. Difícilmente son personas que van a poder tener acceso a un crédito del banco para comprarse algo que está dentro del mercado formal; la autoconstrucción es casi la única forma de poder hacerse de una casa. Es un síntoma de la dominancia especulativa —sin duda alguna— pero también es que estos enclaves que bien saben que surgen ahí sólo son de interés cuando en la zona se va a trazar una carretera, a hacer un parque o se va a cambiar la estructura urbana, pero donde no son incluidos los que durante 30, 40 o 50 años han sostenido esos lugares”.

“Por eso en el libro digo que son a la vez residuo y sostén del modelo neoliberal, porque son casi como moneda de cambio. Incluso en las nuevas prácticas, entre comillas, comunitarias, que tiene el Estado de asitencialismo en las que van y te pintan las casas o te ponen algo, ahí no está surgiendo nada, ahí se da una práctica colonialista asistencialista que sirve más bien para invisibilizar cada vez más y para callar, pero donde no emerge y no hay ningún resultado de nada. Es una cosa perversa”.

El interés de Sandra Calvo de trabajar en “lugares en pugna y tensión” viene justo del desinterés del Estado de no definirlos claramente a pesar de constituir la mayor parte del territorio en países de Latinoamérica como Colombia, México o Brasil en donde, afirma la artista, “esta gran cantidad de personas que no son considerados ciudadanos y que viven en tensión y disputa siguen siendo territorios ajenos y prohibitivos.

La principal problemática, dice, "es querer castigar y creer que el surgimiento de estos enclaves periféricos es una patología, porque eso hace que se tenga esta visión tan peligrosa de buenos y malos. Esto no es una patología, es un síntoma, así como lo es la torre de acero que emerge en medio de Reforma, que está sujeta a la volatilidad del mercado. Lo mismo pasa con estos enclaves autoconstruidos marginales señalados por esa falsa dicotomía”.

PCL​

  • Patricia Curiel
  • patricia.curiel@milenio.com
  • Estudió Comunicación y Periodismo en la UNAM. Escribe sobre arquitectura social y el trabajo de las mujeres en el campo de las artes. Cofundadora de Data Crítica, organización de investigación periodística que produce historias potenciadas por análisis de datos.

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