En este mes patrio, en el que la danza folclórica está por todos lados, es interesante mirar otro folclor. La compañía Danzariega toma distancia de la danza folclórica, ofrecen una propuesta distinta al llamativo jarabe tapatío. Se proponen revitalizar la danza tradicional a través de la narrativa de otras historias en las que el público femenino se sienta parte, a diferencia del folclor tipo museo en donde se ve otro México.
Se está generando un movimiento interesante de folclor alternativo en México, de ello habla Paula Herrera, directora de la compañía Danzariega, de cara al estreno de su obra colectiva Arrojo, de la autoría de Angélica Sánchez, Julieta Miranda, María Herrera y Norma Aguilera.
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Plantea que la coreografía Arrojo, a estrenarse este miércoles 13 de septiembre, en el Teatro Raúl Flores Canelo del Centro Nacional de las Artes, habla del deber ser de las mujeres, de los estereotipos que le imponen, como el hecho de que deben casarse, ser buenas esposas, tener hijos y quedarse en sus casas.
“Cuestionamos este discurso que la sociedad le ha impuesto a las mujeres; pensamos que está caduco porque ese no es nuestro lugar. Lo que queremos hacer va mucho más allá, lo sobrepasa realmente. Pretendemos que las mujeres que acudan a ver Arrojo se miren en un gran espejo, ya que verán reflejada su propia experiencia”.
Argumenta que Danzariega es una compañía independiente de folclor experimental que lleva 22 años en escena. Es una danza folclórica experimental, aclara, porque no reproduce todo el contexto nacionalista de la danza, ya que la aborda desde una temática contemporánea.
“Tradicionalmente, cuando uno mira danza folclórica el rol de la mujer es muy notorio, su estereotipo es de una mujer coqueta, bonita, su zapateado suele ser más discreto. Incluso se nos dice a las bailarines que no importa que no zapatees bien, quienes deben zapatear muy lindo y fuerte son los hombres, porque traemos falda”.
En Arrojo, define Herrera, no están esos estereotipos de género cruzados, está ausente ese filtro, porque es una compañía formada solo por mujeres, y toda la narrativa habla sobre las mujeres.
La obra aborda el tema del deber ser de las mujeres, lo que socialmente se les ha impuesto y “cómo cada una de nosotras construye una batalla personal por oponerse a este deber ser, como un mandato social”.
Cuenta que fue a raíz de las misiones culturales de José Vasconcelos que el folclor tomó la forma que conocemos, ese folclor institucional que se ha seguido bailando, porque la danza tradicional que sucede en las comunidades se está transformando y evoluciona, a diferencia del folclor académico e institucionalizado, que pareciera no querer moverse, hecho para la escena con grandes reflectores.
—¿Qué caracteriza al folclor experimental?
Nuestro folclor tiene un discurso propio, tomamos distancia del folclor nacionalista y en realidad solo hay tres ingredientes de todo lo que compone a la danza folclórica que nosotras decidimos mantener, de lo demás, decidimos prescindir: uno es el cuerpo, la técnica de la danza folclórica con su zapateado y faldeo; el segundo es la dimensión histórica, pero nosotras elegimos hablar de la historia contemporánea, es decir, del México de hoy, y el tercero está conformado por la dimensión colectiva, de un gran somos, no solo son danzas de autor, porque la compañía funciona de manera colectiva.
Otro elemento también es la música que es contemporánea, hecha específicamente para esta obra, lo cual ha sido un proceso complejo porque la compositora escribió la música después de haber visto la obra y su compostura rítmica que representa el zapateado.
El espectáculo de danza folclórica Arrojo se presentará los días 13, 14 y 17 de septiembre en el Teatro Raúl Flores Canelo, del Centro Nacional de las Artes.
PCL