Alejandra Flores Tamayo, sobrina nieta de Rufino Tamayo, cuenta que está planeando la celebración por el 125 aniversario del natalicio del artista (el 25 de agosto).
Ella busca que se incluya el 50 aniversario del Museo de Arte Precolombino que donó Tamayo, así como los 50 años del Taller de Arte Gráfico que él fundó. “Esto será a través de la Semana Rufino Tamayo, a realizarse del 25 al 31 de agosto en Oaxaca y en Ciudad de México.
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“Lo evocaremos con un evento académico y cultural conformado por un coloquio gestionado por el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM campus Oaxaca, incluida una serie de actividades que festejarán la vida del maestro Tamayo con música, escultura, exposiciones y conciertos”.
Flores Tamayo también quiere integrar a la niñez: “Una de mis intenciones al presentar este proyecto en la Secretaría de Cultura fue pedir que las infancias estuvieran muy presentes”, dice.
¿Contemplan una gran exposición?
Claro, es la exposición Tamayo íntimo porque me parece muy importante mostrar y conocer al artista más allá de las sandías, acercarnos a su vida y a su obra. En general, el referente son estas bellísimas sandías, pero hay muchos aspectos tanto de su obra como de su parte biográfica que se desconocen, así como de su legado.
“La intención de esta muestra, cuya curadora es Mariana Romero, es adentrarnos de manera multisensorial a ese mundo íntimo. Son casi ocho décadas en las que tuvimos el privilegio de que él cruzara todo el siglo XX y que nos mostrara sus influencias, y eso tiene que ver con su relación con la música. Tendremos su guitarra, que nos prestarán para esta ocasión, sus libros, cartas, obra gráfica”.
Armonía, sonidos y notas guiaron al artista a componer y a desplegar en un lienzo esa pasión que lo acompañó toda su vida.
¿Por qué es tan importante la música en este homenaje?
La relación con la música es un tema que yo trabajo porque soy doctora en musicología, por eso mi interés en profundizar en el Tamayo músico. He estudiado su gusto por ella, que inició desde su niñez. Incluso llegó a ser director de coro de la iglesia de San Felipe, en Oaxaca.
“Después siempre siguió con la música. Al llegar a Ciudad de México, él mismo relataba que se le abrió otra perspectiva, se dio cuenta de que también era muy buen dibujante. Entonces se dedicó al dibujo, aunque la música nunca lo dejó, toda la vida lo acompañó, llevaba su guitarra a todas las tertulias y todos los países.
¿Cuál fue la influencia de la música en las pinceladas de Tamayo?
El hecho musical marcó su vida, la música que tocaba lo hacía llevar a México a través de sus canciones, de sus corridos, sobre todo, cuando exponía en otros países.
“También está la influencia de esa música que escuchaba en París o en Nueva York, todos esos sonidos que después se reproducían, desde mi perspectiva, en colores y en pinceladas. Esas dos artes se entrelazaron y surgieron para dar paso a una pasión que se refleja en los lienzos, en los murales y en los grabados. En general, todas esas obras tienen que ver con el sonido”.
¿En qué lugar será la exposición Tamayo íntimo?
Estamos viendo la posibilidad de que sea en el Centro Cultural San Pablo, en Oaxaca. Apenas tuvimos una reunión en el Claustro de Sor Juana, donde nos pidieron que se presente en la Galería contemporánea, un espacio muy hermoso del barroco, porque la música que escuchaba Tamayo, casi todos los días, para pintar era barroca, entonces creo que es un marco idóneo.
¿El Museo Tamayo se sumará al festejo?
Yo espero que sí. Por supuesto tendrían que sumarse por ser el recinto que él donó al pueblo de México con tanta obra de él y de grandes artistas internacionales. Creo que lo harán porque las autoridades culturales están en la mejor disposición para hacer una gran celebración, no solo de unas semanas sino de todo un año para que celebremos a quien yo diría que es el pintor mexicano más universal que ha tenido México en el siglo XX.
¿Qué se hará en el Palacio de Bellas Artes para recordarlo?
Estamos pidiendo que se haga ahí el concierto de clausura de la Semana Tamayo, y las autoridades lo ven factible. No podría tener mejor marco, con sus dos murales ahí.
“Se hará un concierto, del que estoy haciendo la curaduría, porque Tamayo decía que los colores que influían en su obra eran los de la tierra. En la primera parte se estrenaría a escala mundial “Dualidad”, del compositor Alejandro Rossi, con instrumentos precolombinos y nuevas tecnologías. La pieza está inspirada en el mural de Tamayo del mismo nombre.
Además
Flores Tamayo comenta que el director de orquesta y compositor Carlos Chávez le dijo una vez al artista: “Ay, Tamayo, tú hubieras sido mejor músico que pintor”.
“Yo creo que para que Chávez dijera eso, era porque Tamayo realmente tenía mucho talento, al cantar y al tocar. Hay una composición de su autoría que se llama ‘La florecita del ejote’”.
Ella comenta que la carrera del pintor estuvo marcada por la música, en 1925 hizo El fonógrafo; años después El muchacho del violón (1990) y El rockanrolero (1990), en alusión a Michael Jackson. Otro buen ejemplo es Músicas dormidas, que en Europa es considerada una de las obras icónicas del siglo XX.
Contra la adversidad
¿Cómo fue la infancia del artista?
Fue muy difícil y creo que eso es algo a destacar porque una de mis intenciones al presentar este proyecto en la Secretaría de Cultura fue pedir que las infancias estuvieran muy presentes.
“La fundación Harp Helú, por ejemplo, participará con su red maravillosa de bibliotecas infantiles en el Museo Infantil de Oaxaca, que tiene una exposición llamada Las sonrisas de Tamayo, la cual llevará a distintas regiones de Oaxaca.
“El padre de Tamayo se separó de su madre, como muchas historias en México, y al abandonarlos el pequeño Rufino sintió, además de una gran tristeza, una gran impotencia y se quitó el apellido paterno, ya que su nombre era Rufino del Carmen Arellano Tamayo, para significar que fue su madre quien estuvo con él, aunque ella murió cuando él tenía 11 años".
“Una de sus tías lo trajo a Ciudad de México y fue aquí donde creció como huérfano. Muchos años después se reencontró con su padre, aunque era algo de lo que no hablaba mucho. Lo que sí decía era que para ser artista había que estar solo y pasar hambre, y él la padeció en Nueva York, a veces únicamente tenía siete manzanas, una para cada día de la semana, y eso era lo único que comía. Alguna vez escribió que un día tenía tanta sed, porque a todos lados llegaba caminando, que tomó un trozo de hielo para refrescarse. Él supo siempre sobreponerse a la adversidad".
¿Qué papel jugó la figura de Olga, su esposa, en su obra?
Fue muy importante, por eso a partir de 1942, cuando se enfermó, él comenzó a firmar como Tamayo con una letra O mayúscula y con el año de la creación de la pintura.
“Lo hizo en muchas de sus obras justamente para reconocerla, como un hombre muy avanzado en su tiempo, pues ella renunció a su carrera de pianista concertista (que estudió en el Conservatorio Nacional de Música) para convertirse en su promotora y gestora de relaciones públicas.
“Por eso este proyecto celebra a Tamayo y a la letra O en honor a Olga. Tiene la perspectiva de género en ese sentido, así que también es necesario hablar de María Izquierdo, quien fue pareja de Tamayo durante siete años antes de su matrimonio con Olga. María era una gran pintora, cuando fueron pareja, él le presentó a sus contactos en Nueva York y ella pudo exponer en Nueva York.