El muralismo resurge en San Quintín, al norte del país, en Baja California, y lo hace con tal fuerza que ha logrado contribuir para generar un cambio social en las comunidades con un alto registro de adicciones y violencia. Bastó con llegar a esas calles peligrosas, aproximarse a los vecinos e informarles de la iniciativa artística, para que los niños y los jóvenes sintieran curiosidad, preguntaran y se acercaran.
En pocos días algunos miembros de las comunidades tomaron los pinceles, realizaron unos trazos y terminaron por decir qué elementos deberían tener esos proyectos artísticos en los muros de sus colonias, señala el artista Rogelio Santos-Cory, quien desde los cinco años se trasladó desde Oaxaca con su familia a Baja California, donde cursó la licenciatura en artes plásticas.
Motivado por preservar costumbres y tradiciones heredadas de sus padres, no solo viajó a Oaxaca para conocer sus raíces, también quiso compartir con sus vecinos en Baja California la importancia de valorar la identidad nacional, por lo que en 2016 abrió en San Quintín el Espacio Alternativo de las Artes (EAA).
Taller de Arte Urbano
Al conocer el trabajo de Santos-Cory, la Secretaría de Cultura de Baja California lo invitó a sumarse a su proyecto Taller de Arte Urbano, con la consigna de que el muralismo sigue vigente.
Fue así que en colaboración con la Secretaría de Cultura vio la luz el mural Las misiones, en la comunidad triqui, una de las colonias con un alto índice de violencia en el valle de San Quintín.
Rogelio Santos-Cory indicó a M2 que la participación social fue tal, que los propios habitantes participaron pintando en esa obra mural como una forma de homenaje a un joven que murió tras haber sido balaceado en ese lugar.
“El mural de 92 metros de largo por tres metros de largo está bien cuidado, lo que antes era imposible porque apenas pintaban una pared blanca y al otro día ya tenía graffiti”, asegura Rogelio.
En esta tarea artística y social contó con la participación de la también artista Julia Celeste, quien asegura que se han fortalecido mucho los vínculos en la comunidad. Inclusive, Édgar, un niño de cuatro años, participó de principio a fin.
“Ahora en este lugar, que era muy peligroso, se respira un respeto por el arte, la gente se dio cuenta de que la pintura puede ser utilizada como medio de expresión y hasta como fuente de trabajo, pues algunos de los chicos que delinquen tienen habilidades impresionantes para el dibujo y ahí se enteraron de que podrían trabajar y vivir de dibujar”, explica Celeste.
El segundo mural tuvo como soporte uno de los muros de Bahía de Los Ángeles, una zona muy alejada y olvidada, detalla Santos-Cory.
“En un muro de aproximadamente ocho metros de largo por cuatro de alto, ahí lo que pintamos fueron los elementos distintivos de ese lugar: el mar, un tiburón ballena, el borrego cimarrón. La idea es pintar algo que sea parte de su identidad, y con lo cual se sientan orgullosos”.
El tercer mural de este proyecto estuvo encabezado por el artista Ariel Sánchez y se realizó en la colonia Trece de Mayo. Ahí se trabajó en una cancha deportiva y también se integró a la comunidad para intervenir los muros de las gradas de una cancha de futbol.
Para este 2021 la Secretaría de Cultura del estado planea seguir con esta iniciativa y realizar otros murales en Villa de Jesús María, Ejido Emiliano Zapata, Camalú y El Rosario.
ledz