Las irlandesas Yvonne Farrel y Shelley McNamara han sido galardonadas con el Premio Pritzker 2020. El galardón las reconoce como “pioneras” en un sector dominado por hombres, y destaca la integridad de sus obras, que respetan el lugar y la comunidad donde se erigen, según el acta del jurado.
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“Son pioneras en un campo que ha estado tradicionalmente y continúa dominado por hombres. Son un faro para otras profesionales”, señala el jurado en su fallo, anunciado en Chicago, Estados Unidos, por el presidente de la Fundación Hyatt, Tom Pritzker.
Farrel (Tullamore, 1951) y McNamara (Lisdoonvarna, 1952) son las primeras irlandesas en recibir el galardón, y la cuarta y quinta mujeres tras la anglo-iraquí Zaha Hadid, que lo consiguió en 2004; la japonesa Kazuyo Sejima —junto a Ryūe Nishizawa— en 2010, y la española Carme Pigem —junto a Rafael Aranda y Ramón Villalta— en 2017.
Las arquitectas son socias fundadoras —junto a otros profesionales— de Grafton Architects, su estudio con sede en Dublín. Sus proyectos van desde universidades y edificios oficiales hasta casas particulares, ubicadas fundamentalmente en Irlanda, pero también en Italia, Francia y Perú.
Entre sus obras más destacadas se encuentran la Universidad de Ingeniería y Tecnología UTEC en Lima (Perú, 2015), el Department of Finance en Dublín (2009), la Universita Luigi Bocconi de Milán (2008) y el School of Economics de Toulouse (2019).
UN PRIVILEGIO ENORME
“Ser arquitecto es un privilegio enorme. Este premio es un espaldarazo a nuestra concepción de la arquitectura”, afirmó Farrell en el comunicado del fallo.
“A veces nos ha costado encontrar espacios en los que implementar nuestros valores de humanismo, artesanía y conexión cultural con los que trabajamos; por eso este premio es sumamente gratificante”, añadió McNamara.
A primera vista, los edificios de Farrel y McNamara son grandiosos, altos y, por el dominio del hormigón, aparentemente fríos. Esto no impide que su distribución y diseño interior “generen espacios más íntimos”, diseñados a medida del ser humano y de la comunidad en la que se ubica.
Arquitectas y profesoras, Farrel y McNamara han desarrollado a lo largo de 40 años una obra marcada por un difícil equilibrio: sus edificios son “grandiosos y modestos”, combinan “fuerza y delicadeza”, y persiguen convertir las ciudades en espacios “más habitables” y afrontar soluciones a problemas de índole global y local.
Uno de sus edificios más premiados, la UTEC en Lima, está ubicado entre una autopista y un barrio residencial, todo un desafío. El resultado de su proyecto es un edificio vertical, con un perfil en cascada, y un diseño ideado para recoger el viento del mar, lo que minimiza el uso de aire acondicionado.
Las oficinas del Department of Finance en Dublín, usaron tierra local para la fachada y el atípico diseño de las ventanas ofrece vistas panorámicas de la ciudad y dan sensación de amplitud. En el edificio de viviendas de la calle North King de la capital irlandesa el patio interior es un espacio de refugio para los vecinos frente a una transitada calle.
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DIÁLOGO ENTRE LO PRIVADO Y LO PÚBLICO
La arquitectura de Ivonne Farrel y Shelley McNamara expresa un continuo diálogo entre lo privado y lo público, el exterior y el interior, con especial atención a la elección de materiales: “Intentamos ser conscientes de los distintos niveles de la ciudad y encontrar las soluciones que la arquitectura puede aportar en ellos”, señalan. De acuerdo con McNamara, “la arquitectura es el marco de la vida humana. Nos une y nos conecta al mundo de una manera que no lo consigue ninguna otra disciplina relacionada con el espacio”.