La maestra, escritora y bailarina, Solange Lebourges (Francia, 2951), inició su carrera como solista en la Compañía Nacional de Ecuador de 1976 a 1977; fue fundadora del grupo Alternativa en México, y durante 25 años se desempeñó como la solista principal del Ballet Teatro del Espacio.
Como una de las mejores representantes de la danza contemporánea en México, presentará este fin de semana a las 13:00 horas en la Biblioteca Vasconcelos, su libro autobiográfico Lo bailado, nadie me lo quita, el cual tiene como antecedente el volumen, Lo bailado, nadie me lo quita, memorias de una bailarina, publicado en 2008 por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
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En entrevista con MILENIO, asegura que “no es el mismo libro y me alegro de qué salga porque fue enormemente enriquecido con nuevos pasajes y anécdotas”.
Hay una parte en donde se habla de la vocación de los bailarines, así como de sus etapas formativas.
Otro apartado alude a la combinación entre las emociones, lo físico, los músculos, las prácticas y los cuerpos, en un proceso complejo.
Dice Lebourges que quería que lector pudiera darse cuenta de lo complejo del oficio, así como de la dedicación y la pasión que se antepone a todo.
“En esta parte, me refiero a la vida diaria, las clases, el entrenamiento, los ensayos, el maquillaje y a la concentración, aunque también al dolor que nos acompaña por muchos años, porque es muy difícil bailar sin lastimarse ya que el cuerpo se utiliza a su máxima capacidad”.
“El ejemplar está dedicado a la metamorfosis escénica y lo fabuloso que es dejar de ser uno mismo, para poner las emociones al servicio de una obra coreográfica”.
Indica que en ocasiones el cuerpo físicamente está al límite, pero muchas veces aún con el dolor y los bailarines abusan y salen a escena, como ella lo hizo, con un enorme dolor.
Una de las tantas anécdotas que le sucedieron en el Ballet Teatro del Espacio con Michel Descombey ( Francia 1930- México, 2011), fue bailar ante la mirada del gran Rudolf Nureyev (Rusia, 1938-Francia, 1993).
“Descombay era amigo de Nureyev, lo había conocido en Zurich y también lo había visitado en Londres. Cuando vino a México en 1991, de las últimas veces que bailó, llegó al estudio, a un ensayo, todos estábamos todos muy emocionados. En ese momento tuve la fortuna de bailar el Bolero de Ravel frente a él, y me felicitó. Es realmente un recuerdo imborrable de su visita, pues era un gran personajes de la danza internacional”.
—¿Cómo nació su camino por la danza?
Hice una audición y me fui a bailar a Ecuador, donde permanecí año y medio y ahí conocí, en 1977, al coreógrafo mexicano Rodolfo Reyes, creador de muchos grupos, también estuvo en Cuba y Chile. Nos propuso venir a México para fundar un grupo de danza contemporánea y empezamos a montar funciones.
“En 1979 me fui a ver al Ballet Teatro del Espacio y me fascinó, me gustaron las coreografías, la música, todos los aspectos del espectáculo, y a raíz de eso pasé una audición, aceptándome a partir de 1980”.
PCL