Símbolos y tiempo son los principales elementos en 'Belzebuth', una cinta dirigida por Emilio Portes Gil y con guion conjunto de Luis Carlos Fuentes.
Durante la historia de la cristiandad se acumularon mitos y rituales que durante la cinta parecen reproducirse en la vida del detective Emanuel Ritter, personaje que encarna Joaquín Cosío.
La película desenreda círculos concéntricos en la estrategia milenaria del mal contra en bien. En la ambigüedad de lo sagrado y la ira de un hombre al que le asesinaron a un hijo, Ritter es el vehículo por donde transita la historia en una actuación con minucioso detalle en los gestos y el interior donde se revelan los demonios y el odio.
El manejo del lenguaje simbólico es a diferencia de una cinta de terror, se convierte en una secuela de pistas para el detective y el padre Franco.
Pasan los minutos y da la sensación que la historia se escribió hace siglos y apenas hace unos meses se manifiesta en la frontera de México con Estados Unidos.
Ese es uno de los logros más prominentes, porque la sensación en el espectador es de contacto con lo divino. Uno no deja de pensar en sí es lo mismo que sienten los santos al ser tentados o cómo se mantienen firmes antes la mentira demoniaca para ser utilizados.
En una suerte de género policíaco, en medio de trampas esotéricas los personajes se adentran en una realidad donde el bien y el mal imponen sus reglas por medio del engaño y la mentira.
Otro de los aciertos de la película, es que los eventos fortuitos sucedidos en la cinta y en la realidad, ayudan al espectador a estar en esas sensaciones generadas por la delincuencia en cualquier parte de este país y lentamente se difumina esa realidad con una plano divinos donde los personajes son parte del juego.
Tal vez sea que la religión es para la humanidad la fe y no la creencia. O hemos creído que el transcurso del tiempo es lineal y no concéntrico en símbolos.