'El beso de la muerte', un viaje visual a la memoria y la mortalidad del siglo XIX

La exposición es una invitación que sumerge al público en un siglo donde la muerte fue a la vez un temible enemigo y una presencia cotidiana que marcaba todos los ámbitos de la vida.

La exposición despliega esta tensión desde su primer núcleo. (Foto: Leticia Sánchez Medel)
Ciudad de México /

La exposición El beso de la muerte. Representaciones mortuorias en el arte y la cultura visual del siglo XIX, es una invitación que sumerge al público en un siglo donde la muerte fue a la vez un temible enemigo y una presencia cotidiana que marcaba todos los ámbitos de la vida.

Luis Gómez Mata, curador de la muestra, dijo que en el siglo XIX se vivía “un sentimiento equivocado de estremecimiento, pero al mismo tiempo de seducción, esa dualidad que inspira la idea del beso de la muerte, un oxímoron que atrae y repele al mismo tiempo”.

Te recomendamos
'Palabras ajenas': ocho horas de un performance que crea conciencia

La exposición despliega esta tensión desde su primer núcleo, Antesala de la muerte, donde “enfermar implicaba ir al hospital y que te curaran con las condiciones más inhumanas”, en un tiempo donde la ausencia de antibióticos, anestesia moderna y vacunas hacía que cualquier enfermedad fuera casi sinónimo de muerte.

Allí se exhiben desde frascos de éter y cloroformo hasta libros médicos ilustrados que muestran cómo el conocimiento y la medicina comenzaban a abrir pequeños espacios a la esperanza.

El segundo núcleo, Cara a cara con la muerte, nos enfrenta a la inevitabilidad de nuestro destino común.

“Es un recordatorio de qué la muerte es algo inexorable que nadie se va a salvar de la muerte, independientemente de clases social, género, independientemente de cualquier tipo de condición, todo mundo va para el mismo camino”.

La pintura El espejo que no te engaña (1856) de Tomás Mondragón nos confronta con lo inevitable: la descomposición del cuerpo, esa realidad que “todos, independientemente de clase social, género o condición, debemos enfrentar”.

La pintura 'El espejo que no te engaña' nos confronta con lo inevitable: la descomposición del cuerpo. (Foto: Leticia Sánchez Medel)

Esta sección está cargada de símbolos como las tijeras que cortan el hilo de la vida, recordando aquella religiosidad grecolatina donde la muerte se teje y se deshace como un destino inexorable.

La fuerza emotiva se intensifica en el tercer núcleo La muerte retratada, donde la fotografía, la escultura de cera y la pintura se convierten en guardianes de la memoria. “Tomar una fotografía era quizá la única oportunidad de llevarte un recuerdo de un ser amado” dice Gómez Mata, y esta idea se ancla en imágenes conmovedoras, como la pintura de Josefa San Román de su hermana Juliana convaleciente, símbolo de la tuberculosis.

“La enfermedad romántica del siglo XIX retrata niños muertos, llamados angelitos, que evocan la esperanza de la resurrección en medio de una mortalidad infantil brutal. Los objetos aquí presentes, como guardapelos y botones con fotos, son vestigios íntimos de un duelo profundo y duradero”, indicó Gómez Mata.

La sala, detalló el curador, presenta una serie de imágenes desde fotografías, esculturas, pinturas que evocan estos cuerpos o cadáveres yacentes que nos podrían causar mucho estremecimiento, pero que, en el siglo XIX, tomar una fotografía era quizá la única oportunidad de llevarte un recuerdo de un ser amado. Hoy a lo mejor vemos estas fotografías con cierto rechazo, pero en el siglo XIX era la única oportunidad de llevarte contigo y para siempre la memoria de tu ser querido.

En otro de los núcleos: Los lugares de la memoria, la exposición se adentra en los ritos de duelo y la forma en que la cultura visual y funeraria materializó el recuerdo. Destacando lápidas marmóreas y esculturas funerarias que expresan el dolor y la belleza de la muerte. Como expresa el epitafio que cierra la muestra, hallado en el Panteón de La Piedad, y que resume la experiencia humana del duelo: “Lejos de los ojos, pero cerca del corazón”.

Esa sección también, expuso Gómez Mata, explora la moda del luto con sus códigos de colores y tiempos y la transformación social que implica el cuidado del recuerdo frente a la ausencia.

La exposición se adentra en los ritos de duelo. (Foto: Leticia Sánchez Medel)

A lo largo del recorrido resuena la atmósfera del “beso de la muerte” como símbolo. Inspirado en la famosa escultura de mármol del cementerio de Poble Nou en Barcelona, donde la muerte, representada como un esqueleto alado que besa suavemente a un joven, expresa un abrazo tanto macabro como sensual.

La exhibición condensa el sentir del siglo XIX ante la muerte: dolorosa, inevitable, pero también transformadora, envuelta en un halo de resignación y espiritualidad.

Con casi 180 piezas provenientes de colecciones públicas y privadas, que incluyen pinturas, esculturas, fotografías, objetos cotidianos y vestimentas.

El beso de la muerte es una exposición histórica; es un diálogo profundo con nuestra cultura de la muerte, especialmente a pocos días del Día de Muertos, cuando el pasado y presente se entrelazan para honrar a quienes ya no están y para contemplar la vida a partir de su inevitable fin.

La imagen que identifica a la exposición y que recibe al público es una pintura de gran formato, perteneciente a la colección del Museo Nacional de San Carlos, ejecutada en 1851 por petición del ministro mexicano José María Montoya, durante una estancia en Roma cuando era el encargado de negociar por la sede, pidió esta pintura, que representa una escena bíblica del Génesis que aparece en el Antiguo Testamento: “realmente es una pintura muy impactante, que representa un diluvio como un castigo divino, con una escena muy dramática y confrontativa en la que las personas están en lo alto de un risco, tratando de salvaguardarse”.

Para seguir la experiencia completa, la Noche de Museos y eventos especiales relacionados con el Día de Muertos complementarán las visitas.

El Museo Nacional de San Carlos, se ubica en la calle de México Tenochtitlan número 50, en la colonia Tabacalera.

PCL

  • Leticia Sánchez Medel
  • letymedel@yahoo.com.mx
  • Reportera cultural, cursó la maestría en Periodismo Político, es autora de tres libros sobre la historia inédita del Cervantino.

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.