El bordado tenango, hilos y colores que unen a mujeres

Sami Irais Flores Barranco inició con “Bordados de mil colores, tenango de mis amores” para ayudarse a salir adelante como madre soltera

Bordado de tenangos. (Especial)
Elizabeth Hernández
Pachuca /

En la Universidad Intercultural del Estado de Hidalgo inició esta historia de sororidad. Sami era madre soltera y tras un proyecto que realizó en su paso por el centro de estudios dentro de San Nicolás, formó un grupo de madres solteras, su mamá, su hermana, su cuñada y ella, que bordaban algunas prendas con el toque del tenango, característico por su cantidad de diseños salidos de la mente de las bordadoras que pasan todos los días cosiendo a pulso, con hilos de colores que le dan un toque singular y único a esta artesanía. 

Ahora son un grupo de 24 mujeres, la mayoría madres solteras, porque para Sami Flores es una forma de ayudar al grupo que solventes sus gastos y se empoderen con lo que saben hacer, bordar y crear las obras que visten desde una mesa hasta a una mujer u un hombre. 

“Ya somos un grupo de 24 mujeres que bordamos en diferentes comunidades indígenas de San Nicolás, de El Ejido, de Santa Mónica y de San Antonio. Los domingos nos reunimos y les llevo prendas y ellas bordan, además les pago”. 

“A veces me dicen, mi prima quiere trabajar y ellas a su vez generan un empleo que apoya a su economía familiar. Siempre me ha gustado apoyar a las mujeres, sobre todo a las madres solteras, porque nos es más difícil salir adelante, son mujeres que realmente lo necesitan”, expresa Sami. 

Y es que Sami fue madre soltera y la primera vez que hizo un vestido bordado asegura que el resultado no fue el que ella quería, pero que ahora lo ocupa porque fue la primera prenda que la llevó a salir adelante y que la mantiene ayudando a otras mujeres 

“Mi primera prenda que bordé la recuerdo bien porque quedó bien fea, era una blusa muy bonita y la bordé, pero ahora es la más bonita porque tiene un gran valor significativo y cuando tengo eventos me la pongo”. 

“Empecé a bordar por necesidad, porque tenía que pagar los gastos de mi hijo. Lloraba y en cada puntada recordaba lo que tenía que pagar, pero ahora lo hago por pasión, lo disfruto y ahora tengo a la puerta un bordado de un vestido de novia y estoy emocionada”, expresa. 

Ahora Sami está casada y su esposo la apoya en este proyecto, por lo cual ha sido un respaldo importante para fortalecer su proyecto de vida. 

Asegura que muchas mujeres en Tenango de Doria, de donde proviene estos bordados artesanales y en el que más de 400 mujeres se dedican a plasmar lo que su mente les dicta, un conjunto de figuras rurales que llegan a ser humanas, animales o flores de diferentes colores, se independizan, pero por desgracia, es una artesanía que no es valorada y suelen bajar sus precios para poder subsistir. 

“Cuando ellas se quieren independizar les digo solamente que se pongan listas, que valoren su trabajo, que les paguen bien, porque no deben regalar su trabajo y el tiempo que ocupan para hacerlo.”. 

“Es cierto que nosotros al venderlo lo cobramos más caro, porque vamos y pagamos espacios para vender, que a veces nos cobran entre 5 o 6 mil pesos, dependiendo de dónde te pongas, además la comida, eso tiene que salir de ahí”, dice. 

Finalmente señala que el toque que le da a sus prendas es la modernidad de éstas y la diversidad de telas en los que plasman estas figuras, lo que ha hecho que este proyecto comercial, se convierta en una pequeña empresa “Bordados de mil colores, tenango de mis amores” que da empleo a mujeres indígenas que desean empoderarse. 

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