Estamos, los creadores y artistas mexicanos, en un momento de enorme desconcierto y desazón ante los cambios en las estructuras y políticas de cultura del país. Por un lado, el recorte al presupuesto de cultura es un duro golpe si bien se entiende la austeridad ante el desastre en el que dejaron al país las políticas neoliberales de los últimos tres sexenios (y antes). Por otro lado, amén de arrancar muy lento el aparato cultural, aún no logramos entender del todo los giros que se logran atisbar de los anuncios oficiales y, desconcierta sobremanera, la aversión a las asociaciones civiles, figura jurídica que nos obligaron a asumir a iniciativas civiles y grupos independientes varias décadas de políticas gubernamentales en cultura.
Si bien la fobia a las asociaciones civiles obedece a que muchas de ellas eran el instrumento para que algunos corruptos se robaran el dinero, el historial de los ladrones corresponde a políticos (entre ellos varios diputados que se autoasignaban recursos en gestiones pasadas) y a empresas a través de sus fundaciones; y no, en cambio, las evidentemente artísticas, que incluso hacían rendir superlativamente el dinero, casi siempre escaso, que se les asignaba. Por ello preocupa a los colectivos y a las microempresas culturales (escuelas, editoriales, grupos escénicos y colectivos) de qué manera sí se va a poder trabajar con el gobierno. Ya dijeron cómo no. ¿Bajo qué figura sí?, es la pregunta. Porque muchas expresiones artísticas son colectivas. Por tanto, crear una política de incentivos y trabajos individuales llevará al desmantelamiento de estructuras que llevó muchísimos años consolidar en colectividad. Estamos, pues, profundamente preocupados porque no va a pasar mucho tiempo antes de que desaparezcan salas independientes, escuelas, productoras, editoriales y demás esfuerzos. Esperanza en el cambio existe entre la comunidad artística, pero no se esperaba no ser parte actante y eficaz del mismo.
TRASPUNTE
DAÑO IRREPARABLE
Muchas de las artes (la danza, el teatro, la música), por naturaleza, son colectivas. Los esfuerzos de artesanos y proyectos culturales de diversa índole, también lo son. Atomizar y hacer estallar sus estructuras provocará un daño irreparable.