Juan Díaz (Carlos Reygadas), un poeta reconocido y ganadero dedicado, está casado con Ester (Natalia López). Su relación basada en la confianza se fisura cuando ella lo engaña con un arrendador de caballos. En Nuestro tiempo, Carlos Reygadas trastoca nuestra forma de entender las relaciones de pareja y los códigos de comunicación.
En Nuestro tiempo habla sobre el amor y su complejidad.
Hablo de las cosas que me parecen interesantes. En la película hay amor pero también relaciones humanas, valores, reflexiones sobre la comunicación y la búsqueda de acuerdos.
No expongo a mi familia a nada. Todo depende de dónde esté tu seguridad. La intimidad no reside en tu cuerpo ni en que cumplas con las normas sociales; reside en tu espíritu, pensamiento y actos verdaderos. No estoy transgrediendo nada. En última instancia, es una banalidad que yo sea el actor y que el resto de mi familia participe. Rodé la película durante tres años y ellos estaban disponibles. Arreglar la agenda de un actor me hubiera quitado movilidad. Una película es muy parecida al trabajo de un granjero: la haces con lo que tienes a la mano.
Si la hubiera hecho en otra locación habría sido lo mismo. El cine es mi vida y mi trabajo, pero no es todo lo que me representa. Soy algo distinto y más amplio.
En su caso, no es así de simple. Al cuestionar la moral busca incidir en el espectador.Tienes razón. Cuando uno hace una película puede tener dos objetivos: entretener al público, lo que persigue el noventa por ciento de los directores, o compartir una visión, sensaciones y estructuras para dejar pensando al espectador. Yo prefiero hacer lo segundo.
¿De qué manera la relación hombre–mujer está condicionada por la moral?
Seguimos creyendo que el movimiento perpetuo de las personas consiste en casarse y tener una familia, para alcanzar el amor y ser felices. Por eso hay frustración, abandono, divorcios, violencia y, en ocasiones, éxito. Nos falta cuestionar lo que son las cosas, lo que somos y lo que queremos. La tarea fundamental del ser humano es preguntarse qué quiere cada quien en particular. Si somos físicamente distintos también lo somos internamente.
Aunque a veces la teoría y la práctica no empatan. El protagonista tiene estructuradas sus ideas, pero en los hechos se dobla.
Ese es el chiste de la vida. Si todo el tiempo lográramos nuestros objetivos seríamos como hormigas. En todo lo que intentamos, caemos y fallamos. Esa es una de nuestras especificidades más hermosas.
Una lectura prejuiciada puede ver su película como machista. ¿Le preocupa?
He leído algunas críticas al respecto. Entiendo al machismo como pensar que la mitad de los seres humanos es superior a la otra mitad y tiene derecho a someterla. Mi película trata sobre seres humanos fracasando e intentado ser mejores, pero en igualdad absoluta.
¿Atribuye estas críticas al carácter controlador del protagonista?
No las entiendo. Si ves a una pareja donde la mujer controla al hombre dirás: “es una mujer manipuladora”. Nunca la calificarías como una película homófoba. En todo caso, sería una película feminista porque la mujer está liberada y pone al hombre como un imbécil. Los tiempos modernos nos llevan a pensar a través de prejuicios. Nos gusta agarrar discursos e insertarlos en el laberinto de la vida, pero la realidad no es unívoca.