Carlos Ruiz Zafón, el autor que quería renovar la novela

Literatura

El escritor, quien murió hoy a los 55 años, decía que la novela debe tener elementos del lenguaje cinematográfico a fin de acercarla al lectore contemporáneo.

El escritor español Carlos Ruiz Zafón. (Foto: David Fernández/EFE)
Ciudad de México /

El novelista Carlos Ruiz Zafón, fallecido el 19 de junio, explicaba en una entrevista realizada por Milenio, en 2003, la génesis de La sombra del viento, novela que le trajo el reconocimiento mundia.

En la Barcelona de 1945, un joven es llevado por su padre a conocer el Cementerio de los Libros Olvidados. Invitado por su progenitor, toma un libro sin saber que habrá de arrojarlo a una vorágine de intrigas y secretos que lo acercarán a un autor olvidado y perseguido.

Con una prosa desbordante, en la que los críticos han encontrado ecos de Arturo Pérez-Reverte, La sombra del viento (Planeta, 2003) de Carlos Ruiz Zafón fue finalista en el Premio de Novela Fernando Lara 2000.

De visita promocional en México, el autor dijo que el punto de partida para desarrollar su novela fue la imagen del Cementerio de los Libros Olvidados. “De alguna manera para mí las historias siempre nacen a partir de una imagen. No sé por qué, pero así es como funciona mi cabeza. A partir de ahí fueron apareciendo todos los personajes, pero en el centro está esta imagen, que es casi una metáfora y que une todas las historias que forman parte de la novela. Además están los personajes, porque todos son quienes mandan y todo lo que se haga es a su servicio”.

Desde que Ruiz Zafón tiene uso de razón, la imaginación y la fantasía han sido parte fundamental de su vida. “Es como respirar historias y ficciones, y de algún modo estaba condenado a escribir porque no podía hacer otra cosa. Yo leía todo lo que fuera, libros, cómics; todo lo que tuviera que ver con la creación de historias y personajes me interesaba mucho. También me interesaba el mundo de la imagen, el cine, y siento que he integrado todas estas cosas en mi propio mundo”.

Sin embargo advirtió que no tiene un autor fetiche, alguien que le haya despertado el deseo de escribir. “Para mí fueron todos los libros, más bien fue el hecho de la literatura, de la ficción. De hecho me gustan cosas muy diferentes y conforme pasa el tiempo sigo descubriendo cosas”.


Paisaje antes de la guerra

La sombra del viento está situada en la primera mitad del siglo XX, específicamente en Barcelona, donde Ruiz Zafón nació en 1954. La ciudad, asegura, “es un personaje más. Para mí el espíritu de Barcelona, su periodo más real, más interesante, es el que va desde la revolución industrial a poco después de la guerra civil española. Creo que el alma de la ciudad está en ese momento. Por ejemplo, París es el siglo XIX y no otra ciudad. Es decir que cada ciudad tiene un momento en el cual, por lo que sea, fija su identidad; lo demás son añadidos o capas de la cebolla. Para mí la Barcelona es ésa, aunque no sea la de mi tiempo, pero es la que se percibe y la que más me interesa históricamente. Por eso fue que decidí utilizarla como material literario”.

Situar la historia en una época diferente le permitió al autor apretar más la abstracción literaria. “Nos permite huir de la banalidad cotidiana que nos rodea de supermercados, cafeterías, shopping malls y tonterías que no significan nada, y concentrarnos en cosas que para mí son más reales. De ahí que lo situara en ese momento; de hecho todas mis novelas están situadas prácticamente antes de 1950”.


Nuevas formas narrativas

Ruiz Zafón consideraba que la segunda guerra mundial es una frontera histórica a partir de la cual se generó otro tipo de sociedad. “Es la meta de ruina moral de la humanidad, más allá de la cual resulta difícil creerse nada. Hasta ese momento lo que entendemos como civilización occidental tiene cierta, si no credibilidad, sí cierto interés. A partir de la segunda guerra mundial vivimos en una sociedad puramente mercantil, con sus ventajas y desventajas, pero literariamente es menos interesante, al menos para mí. Por eso tiendo a situarme en un periodo histórico que es muy rico y tiene mucho potencial”.

Para el autor de La sombra del viento, la gran novela del siglo XIX es fundamental para la literatura, sin embargo considera que contiene elementos estilísticos que lo distancian del lector actual. “Las fórmulas narrativas se van sofisticado; y nosotros, como lectores de historias, no sólo en la literatura sino también en el cine, igualmente nos hemos sofisticado. Creo que como escritores debemos responder a ese salto, a esa evolución que tenemos como lectores. De alguna forma vivimos en una civilización del ocio, de las historias, de las ficciones que no se vivía en el momento en que las grandes novelas fueron escritas. Sin embargo tienen el alma y la sustancia realmente grande de la literatura. Lo que yo quiero hacer es coger la gran novela clásica —que no creo que haya sido superada, porque es una depuración luego de siglos de tradiciones narrativas—, pero incorporar en ella todas esos elementos que nos puede hacer vivir la historia pero en un mundo más cercano a nosotros”.

No sólo la novela, sino la creación artística en general se ha venido desgastando a partir de la mitad del siglo XX, sostenía el escritor. “La música seria parece que se ha muerto porque ha entrado en un camino estéril y lo único que ha quedado es una música popular que es meramente un producto de consumo. ¿Qué pasa con la música de verdad? No puede ser sólo un producto de supermercado o una cosa para snobs que no interesa a nadie. Hay una lucha por sobrevivir a través de muchas formas, y creo que la literatura es un género que está atrapado en esa lucha personal por enriquecerse, lo que puede hacerse a través de incorporar elementos de la gramática del cine, de la fotografía, de la novela negra o lo que sea”.


Estancia en Los Ángeles

Resulta difícil imaginar que alguien que huye de la banalidad cotidiana de los shopping malls haya vivido en Los Ángeles, California. Carlos Ruiz Zafón sonreía ante esta imagen: “Es como mirarle el diablo a la cara. Salí de Barcelona, una ciudad muy arraigada en su propia historia, y fui a parar a Los Ángeles, que de algún modo es el subconsciente del mundo contemporáneo, donde se fabrican todos esos sueños o pesadillas artificiales que consumimos en el resto del mundo”.

La estancia en esa ciudad fue benéfica para él, confesó. “Parte de lo que se intenta en La sombra del viento es concentrarse en las cosas que tienen que ser importantes, aunque Los Ángeles no aparezca para nada en la novela. El hecho de haber vivido en esa ciudad en primera línea me ha hecho reflexionar mucho y volver la vista hacia lo que son mis raíces de otro modo. Siempre he dicho que todo el mundo tendría que salir algún día de donde es y saltar a un océano que no se conoce y nadar en aguas que no son las tuyas, al menos durante un tiempo. Esta experiencia cura un montón de prejuicios y te hace ver las cosas de manera diferente. Creo que es bueno, aunque a veces pueda ser traumático salir del sitio donde te sientes seguro. Además hice lo que mi interesaba hacer, ahora me voy a Berlín tres meses, después regreso a Barcelona y si vuelvo a Los Ángeles será como turista”.

En Los Ángeles trabajó como guionista, lo que resultó bastante decepcionante. “El problema del guionismo, al menos en Hollywood, es que es todo lo contrario de lo que debiera ser escribir. Uno escribe para explicar sus propias historias y comunicarlas a los demás, y en el guionismo es todo lo contrario. Básicamente te transformas en alguien empleado durante un tiempo para conducir la visión de alguien que no sabe muy bien qué quiere contar. Es un proceso esquizofrénico: básicamente te dedicas a escribir cosas que nunca se hacen o a reescribir cosas que otros han hecho para que, a su vez, se reescriban. De lo que haces no queda casi nada, y si queda es algo deformado que te da vergüenza. Es una cosa muy mercenaria, que se come tu propia energía y una actividad muy peligrosa que arruina a muchas personas y las atrapa”.

PCL​

  • Xavier Quirarte
  • xavierquirartenuevo@gmail.com
  • Es autor de Ensayos de jazz y literatura (Editorial Doble A), es coautor de Por amor al sax y John Coltrane. Periodista especializado en jazz, rock y música contemporánea, sus textos han aparecido en los periódicos El Nacional, La Crónica y Milenio, y en revistas como Casa del Tiempo, Rock y Pop, Sólo Jazz & Blues, Círculo Mixup, La Mosca en la Pared, Cine Premier, Dos Filos, Sacbé y otras

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