En Tlaxcala, el carnaval es un evento esperado por muchos habitantes, en el cual se presenta a los espectadores una fiesta llena de cultura, arte e historia, envueltos en ambiente de alegría y mucho color; sin embargo, nada de eso sería posible sin la participación de artesanos y artesanas tlaxcaltecas, como los de San Francisco Tlacuilohcan, quienes mantienen la tradición.
Para conocer de forma puntual el trasfondo del Carnaval de Tlaxcala, MILENIO Puebla acudió a San Francisco Tlacuilohcan, donde la tradición de los huehues lleva más de 50 años impactando en la vida de sus habitantes, quienes además de encontrar una manera de expresar su felicidad, hallaron un modelo para apoyar su economía y detonar de manera constante el talento de sus artesanos.
Un ejemplo de las grandes historias de éxito atraídas por el carnaval tlaxcalteca, es la de Ana María Cabrera, una talentosa ama de casa que desde hace más de 10 años incursionó en el bordado de pedrería para la elaboración de los típicos trajes para este evento. Desde la pechera frontal, las faldillas delanteras, pechera trasera, pantaloncillo y chaquetín, en caso de los varones. Para las damas vestidos, faldas, tops o conjuntos son las piezas que Ana borda a lo largo del año para la época de carnaval.
Asimismo, refirió que esta actividad es reconocida incluso a nivel internacional, por ello busca heredar su labor artesanal a su hija de 12 años, al considerar que el carnaval abre un campo de independencia económica útil para todas y todos.
Una vez listos los trajes que reflejan la cultural de lo prehispánico y la colonización española, los huehues buscan una máscara digna del traje de gala. Allí entra la detallada labor de Carlos Gómez Vázquez, quien ha participado desde hace más de 30 años de diferentes formas en el carnaval, pero fue hace 3 años que se convirtió en uno de los maestros artesanos del tallado de máscaras de huehue más importante de Tlacuilohcan.
Maderas, papel, cerámica y mucho más, es lo que el maestro Carlos utiliza como materia prima para crear finas máscaras, tallas y pintadas a mano.
Por si la indumentaria elegante, colorida y llena de simbolismos no fuera suficiente, en Tlacuilohcan durante el 2009, los danzantes cambiaron los penachos tradicionales que llevaban en la cabeza, por penachos monumentales que requieren de una estructura rígida de metal ajustada a los hombros y que alcanza desde los 5 a 18 kilogramos, y pueden llegar a medir desde 1 metro y medio, hasta los 2 metros y medio de alto.
A decir de Eligio Sánchez, artesano de los penachos monumentales, la cuadrilla de San Francisco Tlacuilohcan realizó esta innovación de su indumentaria para buscar incluir una referencia al penacho de Moctezuma.
Los trajes pueden llegar a costar más de los 130 mil pesos, los huehues de Tlacuilohcan, son un ejemplo perfecto de todo lo que existe detrás del carnaval en Tlaxcala.
CHM