En la calle de Madero, casi en la esquina con el Eje Central Lázaro Cárdenas, se ubica uno de los edificios más bellos del Centro Histórico de la Ciudad de México: la Casa de los Azulejos. Nombrada así por su fachada adornada con este material, hoy es la matriz de la cadena de cafeterías Sanborns; sin embargo, entre sus muros esconde siglos de historias…y leyendas.
Los primeros registros de la Casa de los Azulejos se remontan al siglo XVI, pero la apariencia del inmueble era muy distinta a lo que vemos hoy. El terreno fue subastado y luego heredado para convertirse en propiedad de los condes del Valle de Orizaba, Luis de Vivero y Graciana Suárez de Peredo, así lo relataron de primera mano a Luis González Obregón, autor de México Viejo.
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La familia de los condes del Valle de Orizaba, ya instalada sobre la entonces calle Plateros, dejó correr su historia; su descendencia fincó su hogar entre las desavenencias propias de la cotidianeidad. Así, cuenta la leyenda, uno de los miembros de la dinastía, quien se distinguía por su falta de juicio, por ser un “calavera redomado”, recibió la sentencia de su enfurecido padre: "Hijo, tú nunca harás casa de azulejos".
El orgullo del joven aristócrata se vio golpeado al oír la cantaleta. Por ello, puso manos a la obra y empeñó su esfuerzo de tal manera que tapizó toda la fachada de azulejos de origen poblano, de tal suerte que 300 años después aún se pueden apreciar los frutos de un árbol que compuso su camino.
A pesar de que no hay una fuente que confirme esta versión, su popularidad la ha hecho sobrevivir durante siglos mediante la tradición oral. Otra historia menos difundida, apunta que Suárez de Peredo, la Quinta Condesa del Valle de Orizaba, después de vivir varios años en Puebla, regresó al Virreinato de la Nueva España y reparó el palacio, dándole el aspecto actual.
La disputa por el paso en el callejón de la Condesa
Otra de las leyendas que rondan la Casa de los Azulejos es una pelea por carretas y orgullos... Cuenta la historia que dos hidalgos entraron con su coche por los extremos del callejón de la Condesa ––que aún mantiene ese nombre–– y, al encontrarse frente a frente debido a la estrechez de la vía, ninguno quiso retroceder alegando que sería humillante hacerlo.
De esa forma, tres días y tres noches pasaron para que la situación cambiara. Fue hasta cuando la autoridad intervino que ambos regresaron al camino para seguir adelante; el Virrey determinó que cada uno tomara una ruta distinta, uno se dirigió hacia lo que hoy es la calle Tacuba y otro tomó rumbo a la Plaza Guardiola, que colindaba con lo que es hoy el Eje Central.
Los pasillos de esta casa novohispana también fueron escenario de sucesos que definieron la historia nacional, pues sus muros han quedado retratados en lienzos como el de La entrada del Ejército Trigarante comandado por Iturbide. También al interior de la actual cafetería se pueden apreciar imágenes del desayuno de los ejércitos zapatistas y villistas tras su llegada a la ciudad en épocas revolucionarias.
Actualmente, la Casa de los Azulejos es recinto de una famosa cafetería y tienda departamental; sin embargo, antes de pertenecer a la cadena Sanborns, a finales del siglo XIX, fue sede del Jockey Club al que asistía la élite porfiriana.
En 1919 se convirtió en el almacén de los hermanos Sanborns, quienes trajeron a México un concepto innovador, ya que conjugaban en un mismo espacio una fuente de sodas, restaurante y una tienda con diferentes productos.
DMZ