Pavo al horno al centro de la mesa, una pierna de cerdo para acompañar servido de una pasta, puré de papa y un vino para brindar en la Nochebuena junto a toda la familia.
Si hablamos de los pueblitos en Nuevo León, hasta hace algunas décadas los tamales eran el platillo fuerte para la cena del 24 de diciembre.
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El alimento ancestral por excelencia en México gozó de una alta popularidad en los hogares nuevoleoneses, un proceso que involucraba a todas las mujeres del hogar quienes empezaban con la tarea desde días antes.
Contrario a lo que pudiera pensarse, ni el cabrito en sus distintas versiones ni la tradicional "carnita asada" figuraban entre los platillos a degustar en la víspera de Navidad.
El historiador de la gastronomía norestense, Juan Jaime Gutiérrez, destaca a los tamales de cabeza de cerdo como el "platillo fuerte" en los pueblitos de Nuevo León. Como postre, los tradicionales buñuelos con piloncillo y canela completaban la cena para esa noche especial.
"Las cenas eran con tamales principalmente, era el platillo", resalta Juan Jaime Gutiérrez también conocido como El Conde de Agualeguas.
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Su preparación
Cenar tamales de cerdo para el Nuevo Reino de León sería todo un acto cultural. Al conformarse el territorio con poblaciones de portugueses y españoles criptojudíos, la carne de puerco no era una opción.
Sin embargo, al establecerse e ir practicando una religión conversa tuvieron que incluir a este animal entre su menú aunque sólo se consumía en ocasiones especiales.
El preferido era el llamado "cuino", especial porque producía más manteca entre su lonja que carne. De hecho, era su cabeza de donde se aprovechaba la carne para incluirla en los tamales.
"La importancia del 'cuino' es que daba más manteca que carne. Cuando se mataba al cerdo la cabeza era procesada para hacer los tamales", detalla el cronista de Agualeguas.
Ahora bien, la masa de nixtamal no era un producto muy abundante por estas tierras. Es por ello que los tamales en Nuevo León son más delgados que los de otras regiones en México.
No obstante, había diferentes formas de prepararlos ya sea los llamados "borrachos", con la masa mezclada con carne, o bien con los sobrantes de la masa. También se hacían de frijoles y un poco de comino "que eran muy delgados y resecos", agrega el historiador.
Velada familiar
Desde unos cinco días antes de Nochebuena, la familia ya alistaba los preparativos para la cena en los pueblos de Nuevo León.
Se trataba de una actividad que involucraba a las mujeres de todas las edades en la cocina. Los hombres, por su parte, se dedicaban a proveer de lo necesario para la preparación.
"Desde unos días antes ya se empezaban con los preparativos. En la cocina participaban desde las niñas hasta las abuelas, todas se involucraban", indica Gutiérrez.
Como postre, se hacían buñuelos con la maza de harina "muy delgaditos" los cuales se endulzaban con piloncillo después llegaría la azúcar morena o refinada y canela que "si no tenían molino se machaban los tallos hasta con un martillo", se explica.
Este acto se mantenía intacto todavía hasta la década de los 60 del siglo pasado, resalta el historiador gastronómico.
Aunque en Monterrey y sus municipios vecinos empezaron a cambiar su menú para la cena navideña, en los municipios rurales y comunidades la tradición quedó intacta hasta hace poco tiempo.