La inspiración del ceramista Gustavo Pérez (México, 1950), confiesa, llega hasta el momento en que tiene prácticamente las manos en la masa, es decir, en el barro, es ese instante en el que las soluciones formales y temáticas hacen acto de presencia.
El artista que gusta de crear acompañado de música clásica comparte con MILENIO su felicidad porque después de casi dos años de confinamiento a consecuencia de la pandemia del coronavirus, el fin se semana inauguró su más reciente exposición en la galería Proyectos Monclova, en Polanco: Gustavo Pérez: cerámica.
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“Es algo muy significativo e importante. Después de tantas limitaciones para movilizarnos, finalmente fue posible tener esta exposición de mi obra, porque para eso se trabaja, para compartir lo que uno hace”, dice el artista cuya trayectoria está marcada por exposiciones realizadas en México y en el extranjero.
—La exposición congrega 50 obras recientes, ¿todas las realizó durante esta pandemia?
Una buena parte de las piezas fueron hechas en este par de años. Hay algunas que son anteriores pero que no se habían expuesto, pero en realidad, la mayoría de las obras son recientes.
—¿En el confinamiento también reflexionó sobre su quehacer artístico?
Yo creo que para todo el mundo ha sido un tiempo de reflexión alrededor de todo lo que uno hace, y de lo que había venido haciendo en la vida, y adquirió otro sentido por las circunstancias tan especiales en las que hemos vivido. Para mí ha habido ciertas modificaciones importantes en el ritmo de mi trabajo: sí he mantenido la intensidad, aunque con más calma, con más lentitud y con más paciencia, dándole más tiempo a cada pieza y eso considero que ha sido una diferencia significativa.
—¿Estuvo tentado a experimentar con otros materiales o reafirmó esta empatía con el barro?
No, el trabajo con el barro se mantiene. Tengo 50 años trabajando con el barro y he hecho incursiones con otros materiales pero no me queda ninguna duda de que lo mío es crear con el barro. Con este material estoy suficientemente ocupado, de manera que es interminable todo lo que se puede encontrar y experimentar.
—¿Sólo ha logrado la complicidad con este elemento?
Creo que no puedo definir del todo por qué trabajo con el barro, hay razones inexplicables, en cierta forma hay razones misteriosas. Yo no lo podría precisar, realmente encuentro en el barro las respuestas que me interesan, que me alegran y que me da mucho gusto, pero no creo que sean una explicación suficiente, creo que es algo inexplicable, es un impulso bastante más profundo.
—¿Ahora que estuvo en el confinamiento, además de crear a que dedicó su tiempo, a leer, a caminar?
Sí, yo tengo la fortuna de vivir en el campo, en Coatepec, en Veracruz, entonces pude caminar y leer mucho. En general me gusta la literatura, las novelas, tengo muchísimos autores que me interesan y voy de uno a otro. En este momento acabo de leer el libro Y Seiobo descendió a la Tierra, del escritor húngaro, László Krasznahorkai, y también La memoria vegetal, de Umberto Eco, escritor italiano que murió hace cinco años, en 2016, así como a Thomas Mann y a John Maxwell Coetzee, en fin, son algunos autores que estoy leyendo.
—¿En algún momento pensó que hubiera sido mejor dedicarse a otra actividad?
Eso nunca, nunca me lo he planteado y vaya que hay muchas cosas que me atraen, pero ya tengo una trayectoria de 50 años, ya es demasiado tiempo como para cuestionar y pensar en otra cosa. Desde luego la escritura fue algo que me interesó hace muchísimos años, pero también el ajedrez y la carambola de tres bandas o subir montañas, en fin actividades que acompañan a la vida, pero todo mi trabajo será siempre alrededor del barro.
La agenda del maestro Gustavo Pérez ya contempla exposiciones para el 2022. Presentará su obra en una galería privada y en la Fundación Cartier para el Arte Contemporáneo, en París. De igual forma trabaja para una exposición colectiva que tendrá lugar en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) de la UNAM.
PCL