Chucho Hernández, Premio Jalisco

LA CRÍTICA/TEATRO

En mis 30 años de recorrer la legua por nuestra República del Teatro, he visto actores geniales en los estados, verdaderos monstruos escénicos.

“Mi legado ha sido la perseverancia”, comentó el actor en una entrevista. (Especial)
Jaime Chabaud Magnus
México /

Insólito, pero sí: el enorme actor jalisciense Jesús Hernández, con 40 años de trayectoria, se ha hecho acreedor al Premio Jalisco 2018 en la categoría de Artes. Insólito que un oficiante de las tablas lo reciba luego de ser un coto para escritores, artistas plásticos o músicos. El nombre de Jesús Hernández se coloca ahora al lado de Vicente Leñero, Juan José Arreola y Agustín Yáñez.

Por tanto no solo es un reconocimiento a este queridísimo actor, sino a todo el gremio teatral en su conjunto. Tras haber iniciado con teatro parroquial, como él mismo confiesa, la casualidad lo llevó en 1975 a trabajar con la gran teatrista Consuelo Pruneda en Guadalajara en El zoológico de cristal, de Tennesse Williams. Ese es el momento que lo clarifica sobre su vocación; iba a escribir “que lo define”, pero Hernández lo tenía claro desde un día en que fracasó con una recitación del Día de la Bandera por pánico escénico y pidió a la maestra intentarlo el Día de las Madres ¡con la misma recitación anteriormente fallida!

En mis 30 años de recorrer la legua por nuestra República del Teatro, he visto actores geniales en los estados, verdaderos monstruos escénicos, como Chuy Valdés, de Coahuila; El Cholo Herrera, de Mérida, y Santos Vega Camargo, de Durango, quienes, pudiendo haber realizado una carrera brillante en Ciudad de México, apostaron por el terruño, por la formación de nuevos cuadros, por el trabajo con su público. Tal es el caso de Chucho Hernández. En su breve paso por las aulas de la licenciatura en Literatura Dramática y Teatro, y las clases de los sábados de José Luis Ibáñez en la capital, se enamoró del verso, de los clásicos y de la convicción férrea de que en esta carrera no se debe parar nunca de estudiar.

Pero regresó a Guadalajara a trabajar con sus primeros directores y maestros Héctor Monteón y Consuelo Pruneda. Y desde entonces ha trabajado en casi un centenar de obras de la dramaturgia mundial, nacional y, muy importante, local. Uno de los montajes recientes, que giró por muchos estados y por CdMx es Viaje de tres, del dramaturgo jalisciense Jorge Fábregas, bajo la dirección del Mosco Aguilar.

El éxito de Jesús ha sido su humildad, constancia y estudio. A pregunta expresa en entrevista de Circee Rangel y Jorge Arturo Tovar, declara que “Mi legado ha sido la perseverancia”. Y añade con una cita de Stanislavski: “Cada ensayo debe servir para hacer mejorar al actor, porque te encuentras más, encuentras cosas de ti mismo en el teatro y cosas que darle a la gente”.

Felicidades a Jesús Hernández.

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