La pianista de origen ruso Mariana Chabukiani sabe que la cultura transforma y derriba fronteras, incluso las ideológicas.
En su caso, a temprana edad la música se conectó siempre con la biología puesto que en su casa la formación se orientaba hacia las ciencias exactas, pero el arte acompañaba de manera integral a cada persona en su familia. Así recuerda que su madre le enseñó a tocar el piano. Y fue su madre quien también le dijo que su orientación era una inclinación vital, totalmente orgánica, puesto que apenas podía caminar y ella se acercaba sola al instrumento y de puntitas hacía sonar las notas.
¿Platíqueme de su infancia? ¿Dónde vivió, cómo fue su entorno familiar?
Yo nací en Georgia, entonces era parte de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS). Nací en una familia de ingenieros y médicos, de hecho soy la única artista en todo mi árbol genealógico aunque todos han estudiado artes como hobbie.
Mi mamá tocaba el piano y de hecho ella me enseñó a leer las partituras, leer las notas, unas piececitas fáciles y con esta base fui con mi maestro. Mi papá cantaba muy bien, tocaba guitarra, y mi tía que es médico también estudió piano. Había una tradición musical fuerte en casa pero no había músicos profesionales.
Nací en una familia de profesionales pero con amor al arte, amor al libro, a la buena música y al buen cine. Creo que esto me ayudó a acercarme a la música y mi mamá me decía que yo desde chiquita tocaba.
¿Qué otras aficiones tenía?
Mi pasatiempo favorito era colorear dibujos escuchando la música, y lo que también me fascinaba era la Enciclopedia Soviética, recuerdo que era de 42 tomos de libros grandes y yo escogía todos los artículos acerca de los animales, de las plantas y tenía cuadernos donde hacía bocetos de las aves y plantas y esto me fascinaba.
Mi mamá contaba que yo conocía a todos los animales raros que existían gracias a esto, y también lo hacía escuchando música.
¿Habría pensado ser bióloga? ¿Cuáles fueron sus inclinaciones de adolescente?
Sí, mis papás pensaban que yo iba a ser o médico o bióloga porque por ejemplo, a todas las niñas les gustaba jugar con muñecas en el rol de madres, pero a mí me gustaban los peluches y a las muñecas les hacía osculsiones porque me imaginaba médico.
Yo recuerdo que mi papá tenía un amigo que era director de laboratorio entonces a mí me gustaba tanto esto que su amigo me regaló un microscopio y cosas de laboratorio para hacer pruebas, y yo me pasaba el tiempo viendo en el microscopio las moscas, gusanos y líquidos.
Pero la vida se arregla como debe ser, ahora al pensar el trabajar en un hospital o viendo la sangre, siendo cirujano pienso que no, pero a lo mejor bióloga sí porque eso me fascinaba.
¿Conserva esas aficiones?
No aunque me encantan los animales, tengo un perro, tengo un gato, tengo un periquito. Yo soy hija única entonces mi mamá me dijo que siempre les decía: “Por favor, cómprenme un hermanito o un perrito”, y me compraron un perrito.
Yo crecí rodeada de animales y ahora me encantan y no puedo vivir sin ellos. Mariana Chabukiani es una mujer que se mantiene en constante reinvención. Y aunque explica que no hay libros o películas favoritas, puede volver a los clásicos y releer encontrando nuevas interpretaciones en la obra de Stendhal, el más destacado representante literario del realismo. O disfrutar de una comedia italiana de la década de los cincuenta o del cine de Milos Forman que inmortalizó a Mozart en el filme Amadeus, ello en medio de la pandemia no ha frenado su trabajo como maestra, oficio por el cual se sumó a la ola de la virtualidad para continuar con el proceso de formación de niños y jóvenes que prontamente han destacado como pianistas a escala nacional e internacional.
Por si fuera poco, estableció, la música, las artes en general y la profesionalización de los oficios, que no se separan de las nuevas tecnologías, deben mantener un común denominador y ese es el sentido de realidad y de belleza, no como una forma propia de la estética sino de la filosofía, es decir, como la concibieron los griegos o el escritor ruso Dostoievski, motivo por el cual se explica que Chabukiani muestra facetas extraordinarias, más allá de la ejecución del piano.
Con 22 años viviendo en Torreón, ciudad multiétnica, asegura que lo que más le gusta de la región es la gente, su diversidad y la frescura que engloba una región joven de poco más de un siglo, donde se realizan esfuerzos para insertarse en la educación artística, lo que contrasta con su ciudad natal que se fundó en el siglo VI y en la cual persiste una gran oferta cultural, condición que añora.
Torreón tiene lo suyo, como es una ciudad de familias migrantes, aquí hay mucha sangre fresca, hay mucho movimiento con muchas familias de España, árabes, palestinas.
Lo que más me ha gustado es la gente; gracias a la calidez de la gente me adapté rápidamente porque claro que hay cosas que no me gustan como el clima, el calor es lo que odio, lo que no me gusta. Y la falta de vida cultural porque en la ciudad donde yo nací había 27 escuelas de música estatales con muy buen nivel, también museos, tres teatros, casa de ópera, entonces imagina, la vida cultural era muy interesante
CALE