Crónica de un desfile sin novedad y mucha espuma

16 de septiembre

Este 16 de septiembre marcharon por las calles de Toluca más de cinco mil elementos civiles y militares.

La otra tradición. (Tania Contreras)
Toluca /

Calles cerradas al paso de vehículos, pero llenas de un ambiente familiar dan la bienvenida a quienes buscan el mejor lugar para disfrutar del desfile, que con motivo de un aniversario más del inicio de la Independencia de México, muestra el estado de fuerza: caballos, binomios caninos, vehículos y personal que integra las instituciones encargadas de la seguridad.

En el camino se observan puestos ambulantes en los que se ofrecen huevos rellenos de harina y confeti y latas de espuma, que pese a estar prohibidas, aparecen en cada esquina: en cajas, en bolsas… a la vista de todos.

10:00 HORAS

Cientos avanzan por las calles del primer cuatro de la ciudad. Van por Hidalgo. Morelos. Josefa… Los contingentes comienzan a formarse. Los vehículos alegóricos ya se encuentran sobre Lerdo, a unos cuantos metros del Palacio de Gobierno.

11:00 HORAS

La búsqueda por el mejor lugar para disfrutar del desfile termina, la Plaza de los Mártires resguarda a cientos de familias que entre el sol y la alegría esperan el inicio.

El sonido anuncia el arribo del gobernador, Alfredo del Mazo Maza, quien desde el balcón central de Palacio de Gobierno, observa. Ahí también está su esposa, Fernanda Castillo de Del Mazo, así como el comandante de la 22 Zona Militar, Édgar Humberto Flores.

Además, los representantes del Legislativo y Judicial. Los poderes públicos siguen el paso de más de cinco mil participantes.

Afuera de Palacio de Gobierno todo es júbilo. Incluso hay quienes se aventuran a vender alcohol en vía pública.

Niños en los hombros de sus padres, observan sorprendidos, otros aprovechan para tomarse fotos.

“Papá, mira…” Dicen los niños.

13: 00 HORAS. El desfile termina sin novedad.

Un auto avanza lentamente sobre avenida Hidalgo. Anda en medio del tumulto. Un grupo de jóvenes lo detecta, lo rodea y le rocía una carga de espuma.

La conductora, aturdida, ciega, baja de la unidad y manotea reclamos. La turba se dispersa un segundo para formarse de nuevo, más allá.

Corren los niños con el rostro blanco y pegajoso. Se avientan latas vacías.

El festejo del festejo termina y quedan las calles llenas de bolsas, platos, vasos de unicel y basura.

LC

  • Monserrat Mata
  • monserrat.mata@milenio.com
  • Reportera en MILENIO Estado de México desde 2016, egresada de la Facultad de Humanidades de la UAEMex. Escribo sobre Salud, Desarrollo Agropecuario y Medio Ambiente.

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