La noche del 17 de julio de 1918, durante su cautiverio en la ciudad de Ekaterimburgo, fueron asesinados el zar de Rusia, Nicolás II, junto con toda la familia Romanov: la zarina Alexandra, Olga, María, Tatiana, Anastasia y el zarévich Alexei, por tropas bolcheviques bajo las órdenes de Yakov Yurovsky, y supuestamente por órdenes expresas de Lenin.
Por este motivo, unas 100 mil personas participaron en una marcha en dicha localidad rusa para recordar el asesinato del último zar y su familia, del que se cumplen hoy 100 años del hecho sangriento.
Tras la Revolución Rusa de febrero de 1917, la familia Romanov fue hecha prisionera en el Palacio Alexander, en la localidad de Tsarskoye Selo; después, se les trasladó a Tobolsk, y después a Ekaterimburgo. La razón de su asesinato es que mientras el zar o algún miembro de la familia estuviera vivo, el Ejército Blanco contrarrevolucionario tendría motivos para buscar su rescate y liberación, y algunas naciones no reconocerían al nuevo gobierno.
[Las duquesas María, Olga, Tatiana y Anastasia Romanov, durante su cautiverio en Tsarskoe Selo]
Por ello, el Soviet Regional de los Urales decidió la ejecución de la familia real el 19 de junio de 2018. A la medianoche del 17 de julio, los Romanov fueron trasladados a un sótano, supuestamente para esperar un carruaje que los llevaría a un lugar más seguro. Sin embargo, poco después Yakov Yurovsky entró al sótano y leyó la sentencia de muerte del zar Nicolás II.
De inmediato, el pelotón levantó sus armas y disparó al último zar de Rusia, quien murió instantáneamente. Enseguida, el bolchevique Peter Ermakov disparó a la cabeza de la zarina Alexandra, quien falleció por la herida, y después a la duquesa María, quien huía hacia la puerta y fue herida en una pierna.
Después de ello, reinó el caos: los revolucionarios disparaban sin ton ni son, el ruido era ensordecedor y el humo impedía ver con claridad a las víctimas. Al despejarse el humo, se dieron cuenta que el zarévich y las duquesas seguían vivos, y que sólo María había sido herida.
El sonido de los balazos había alertado a los vecinos, y por esa razón se ordenó que los hijos de los Romanov fueran ejecutados a punta de bayoneta y a culatazos; pero los hijos de Nicolás y Alexandra se aferraban a la vida, de modo que se tuvo que recurrir otra vez al plomo y la pólvora.
El primero en morir fue el zarévich Alexei, quien recibió una carga de balazos antes de ser rematado en la cabeza. Le siguieron sus hermanas Tatiana, Anastasia, María y Olga. Todos fueron rematados a bayonetazos. Se calcula que la ejecución duró unos 20 minutos y que se gastaron más de 70 balas para acabar con las vidas de los Romanov y sus acompañantes.
[El sótano donde tuvo lugar la ejecución]
En las siguientes décadas se sucedieron las leyendas sobre supuestos supervivientes, especialmente en torno a la duquesa Anastasia, a quien se buscó durante décadas. Pero unos análisis de ADN a los restos constataron la muerte de la familia entera.
En 1998 se enterraron los huesos en San Petersburgo y dos años después, la Iglesia ortodoxa rusa declaró santos a los Romanov. Con motivo del centenario de la ejecución, el líder de la Iglesia ortodoxa rusa, el patriarca Kirill, lideró la marcha de 21 kilómetros hasta los lugares de conmemoración de Ekaterimburgo, en el suroeste de Rusia.
Los peregrinos comenzaron su marcha en la Iglesia de la Sangre Derramada, levantada justo donde fue asesinada la familia. El destino era Ganina Jama, donde se enterraron los cuerpos en 1918. Allí se encuentra desde hace años un monasterio.
* Con información de DPA.
FM