Hay lugares que están llenos de misterio y magia, pues recurrentemente en el proceso de construcción de ciertos lugares se tuvo que hacer una travesía por encantos, pactos diabólicos o destrucción para ser edificados. El Cerro del Chiquihuite es uno de aquellos sitios, pues los pobladores de sus alrededores, entre ellos los de Tlalnepantla, rumorean que para conseguir la conclusión de la carretera en dirección de las singulares antenas de dicha colina, se tuvo que quitar el alma de cientos de personas.
La leyenda sostiene que hace muchos años, cuando la carretera se construyó, los ingenieros designados para la obra comenzaron a traer su maquinaria pesada, sin embargo, al paso del tiempo notaron una situación bastante extraña pues por día los trabajadores lograban crear 10 metros de la longitud de la carretera mismos que al siguiente día, al llegar por la mañana, desaparecían, pero ¿Quién deshacía dicho avance? Nada más y nada menos que el Diablo.
Al Diablo le molestaba que construyeran en un lugar que era de su propiedad por lo que además de deshacer el avance de los trabajadores posteriormente comenzó a robar piezas de las máquinas o simplemente las desarmaba para evitar que la obra siguiera su curso.
Día tras día era los mismo, la construcción se había quedado estancada derivado de esta situación, por lo que el Ingeniero en jefe de la obra no tuvo más elección que armarse de valor y encarar al rey de las tinieblas.
La reunión entre el Ingeniero en jefe y el diablo dio como resultado un pacto; este pacto puntualizaba que para que la construcción viera su deseado desenlace, el Ingeniero en jefe debía entregar al Diablo el número de almas equivalentes al número de metros que sus trabajadores avanzaran por día en la edificación.
Y así fue como el Ingeniero en jefe tuvo que comenzar a contratar más empleados, todos de provincia, pero curiosamente todos fallecían en accidentes de naturaleza extraña, o al menos eso hacía creer porque dichas personas eran utilizadas únicamente como presas para cumplir con el trato pactado con el Diablo, les arrebataban las almas.
Se dice que la noche en que la carretera fue concluida se pudo mirar al demonio dando un salto envuelto en fuego con dirección al “Cerro de la B”, ubicado en el municipio mexiquense de Tlalnepantla, esto mientras emitía un grito espeluznante en busca de una nueva residencia. Ahora ¿Te atreverías a aventurarte en la nueva residencia del Diablo?
JASJ